El anuncio del Gobierno etíope de una “tregua humanitaria indefinida” y el compromiso de los rebeldes de Tigré a un “cese de las hostilidades” si llega esa ayuda han reavivado la esperanza de acabar con la guerra que libran desde 2020.
El comunicado de ayer, jueves, de las autoridades federales de Etiopía, con el que aprobaron la entrada de las organizaciones humanitarias en el norte del país, podría terminar con el “bloqueo de facto” que sufre la región desde hace ocho meses, según denunciaron Naciones Unidas y organizaciones humanitarias.
Pero, para “facilitar el éxito de la tregua humanitaria”, el Gobierno también exigió que los rebeldes del Frente Popular de Liberación de Tigré (FPLT) no realicen “actos de agresión” y se retiren “de zonas que han ocupado en territorios vecinos”.
Los insurgentes tigriños aseguraron esta madrugada que, si la asistencia humanitaria entra en Tigré, declarará un alto el fuego.
“Si (…) nuestro pueblo recibe el nivel de asistencia humanitaria acorde con las necesidades sobre el terreno y dentro de un plazo razonable, el Gobierno de Tigré se compromete a implementar un cese de hostilidades con efecto inmediato”, afirmó el FPLT.
Estos movimientos han sido aplaudidos hoy por la Unión Europea (UE) y la Unión Africana (UA), que sigue abogando por un diálogo para terminar con el conflicto.
Estados Unidos mantuvo una postura parecida a la de la UA, y el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, instó ayer, jueves, a que el anuncio del Gobierno etíope sirva de base para alcanzar un alto el fuego “sostenido”.
Sin embargo, el experto en conflictos Kjetil Tronvoll, de la Nueva Universidad de Oslo, dijo a Efe que, aunque estos gestos “pueden conducir a un diálogo para un acuerdo de paz, aún estamos lejos de llegar a ese escenario”.
Según indicó a Efe el director del Instituto Internacional para el Cuerno de África, Hassan Kannenje, “terminar con la guerra requiere compromisos más serios por ambas partes”.
POSIBLE ALIVIO PARA LOS CIVILES
El Programa Mundial para los Alimentos (PAM) está preparado para distribuir asistencia humanitaria en el norte de Etiopía -donde unas 5,2 millones de personas la necesitan- “tan pronto como todas las partes garanticen un acceso seguro y sin restricciones”, declaró a Efe la portavoz para Etiopía de esta institución, Claire Neville.
Sin embargo, aún está por ver el impacto en el terreno de los gestos del Gobierno etíope y de los rebeldes.
La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) advirtió hoy de que la región está en una situación límite, después de que solamente consiguiese hacer llegar el 4 % de los medicamentos que necesita y con sus reservas de alimentos de emergencia a punto de agotarse.
De acuerdo con la ONU, miles de personas han muerto desde que empezó la guerra y unos dos millones han tenido que abandonar sus hogares debido a la violencia.
El director de la Organización Mundial para la Salud (OMS), el tigriño Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló la semana pasada que “no existe ningún lugar en el mundo” donde las personas estén más necesitadas que en el norte de Etiopía.
OBSTÁCULOS PARA LA PAZ
La guerra estalló el 4 de noviembre de 2020, cuando el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ordenó una ofensiva contra el FPLT -partido que gobernaba la región- en represalia por un ataque contra una base militar federal en Tigré y tras una escalada de tensiones políticas.
Desde finales de octubre de 2021, el FPLT consiguió avanzar sus posiciones hacia el sur y amagó con la posibilidad de marchar sobre Adís Abeba, que también es sede de la UA.
El temor a que los rebeldes pudiesen atacar la capital de Etiopía -el segundo país más poblado de África y un importante aliado de Occidente- animó los esfuerzos diplomáticos de la comunidad internacional para conseguir una solución negociada.
Sin embargo, el pasado 11 de febrero, la representante especial de la Unión Europea para el Cuerno de África, Annette Weber, lamentó que Etiopía aún “está lejos” de encontrar una solución pacífica al conflicto, aunque los rebeldes tigrinos ya habían anunciado la retirada de sus tropas a Tigré y el Gobierno central liberado a varios rebeldes y presos políticos a finales de diciembre.
Incluso si el Gobierno central etíope consigue un pacto con los rebeldes tigrinos, otros actores podrían obstruir sus esfuerzos para terminar con la guerra.
Tronvoll apuntó a la región de Amhara, que encontró en esta contienda una oportunidad para conseguir reivindicaciones territoriales históricas.
Mientras que algunos de los líderes de Amhara buscan consolidar la anexión de partes de Tigré, otros desean la derrota total del FPLT, que se opone a su interés de reformar el Estado federal etíope para conseguir un modelo más centralizado.
EFE.