Los medios ucranianos constantemente dan a conocer historias muy violentas y crueles relacionadas a la guerra entre Rusia y Ucrania. En esta ocasión, el portal Hechos compartió la palabra de Alla, viuda de un civil de 47 años que fue asesinado a quemarropa por los rusos frente a los ojos de su hijo.
Por: Clarín
Sucedió en Bucha, el 17 de marzo. Él se llamaba Ruslan Nechiporenko; su hijo de 14 años se llama Yuri. Según el relato de la viuda, padre e hijo iban en sus bicicletas a buscar ayuda humanitaria cuando fueron interceptados en medio de la calle por un grupo de militares rusos.
Ruslan y Yuri tenían cintas blancas en sus brazos, pero eso, al parecer, no impidió el ataque del bando enemigo. Los rusos les preguntaron qué hacían allí y Ruslan les dijo que iban a buscar comida. Levantaron sus brazos mostrándoles que no tenían armas y les dijeron que no estaban haciendo nada ilegal, que los dejaran ir.
Fue entonces cuando Ruslan se dio vuelta para ver cómo estaba su hijo y los rusos, sin que él los estuviera viendo, le dispararon en el pecho y en la cabeza. Murió allí.
Yuri les gritó a los enemigos para que no tocaran a Ruslan, pero los soldados le dispararon a él también. El adolescente recibió dos balazos en su mano y estuvo a punto de recibir uno en su cabeza. Cuando Yuri cayó al suelo, los enemigos se fueron.
Yuri pudo ser atendido en el sótano del jardín de infantes en donde trabajaba Alla, quien confirmó que el jovencito está fuera de peligro. Yuri fue quien le dio la terrible noticia a su madre: “Escuché su voz a través del muro. Dijo que papá fue asesinado. No podía creerlo. Pregunté si tal vez era solo una lesión, pero me dijo que le dispararon a quemarropa, que su padre se cayó y solo atinó a decir “a-a-a”. Eso es todo. Murió con los ojos abiertos…”.
Antes del terror
Sin luz, gas ni agua, Alla, Ruslan, Yuri y los padres de la mujer se juntaban a almorzar todos los días. Aunque todavía seguían cobrando dinero, Ruslan creía que para vivir mejor debían utilizar los recursos que les brindaba la ayuda humanitaria.
“Soy nativa de Bucha, nuestros tres hijos nacieron aquí. El mayor ingresó a la universidad para el segundo año; el menor empezó el colegio. Ruslan trabajaba como abogado, amaba la pesca, cocinaba bien”, dijo la viuda a Hechos.
Hasta antes de la guerra, Alla trabajaba en un jardín de infantes. Cuando se enteraron de que habían empezado los combates en Ucrania lo primero que hicieron fue quedarse en casa.
En su hogar había comida de sobra preparada para emergencias y tenían un sótano que podía protegerlos de los ataques aéreos.
La huida
Cuando los padres de Alla se enteraron de la muerte de Ruslan, la madre de la viuda les pidió a los enemigos que le dejaran llevarse el cuerpo. Se lo negaron. Recién el segundo día, afirma la viuda, le acercaron el cuerpo de su yerno a su casa.
“Enterramos a Ruslan en el territorio de nuestra finca. Unos muchachos nos ayudaron a cavar un hoyo, envolvimos al hombre y lo enterramos. Nos dijeron que fuéramos testigos de esta muerte, así que se dirigieron al sacerdote y nos aconsejaron poner su documento sobre el cuerpo, tomar fotos y hacer un video corto…”, comentó Alla.
Cuando Bucha fue evacuada, Alla y sus dos hijos partieron hacia Bilohorodka con toallas y vendas blancas para dar cuenta de que eran civiles. “Lo peor fue pasar por el lugar en donde le dispararon a Ruslan y mi hijo resultó herido. Había explosiones constantes”, relató la mujer.
A la hora de cruzar las vías notaron que en ellas había tanques enemigos y militares con ametralladoras: “De repente fuimos interrumpidos por un soldado ruso. Supliqué: ‘déjame ir, mi hijo está herido, necesito ir al hospital’. Y preguntó qué había pasado. Y luego Yuri le dijo que fue herido por el ejército ruso… En ese momento pensé que eso era todo”.
Pero el hombre los dejó irse y fueron evacuados en colectivo. “Yo ya estaba en la policía y presté declaración. Luego tuve que venir a Kiev para registrar todas las heridas de mi hijo. Actualmente, Yuri necesita ayuda médica: recibió una herida de bala en el brazo, el antebrazo y el dedo”, concluyó Alla.