Los nativos la llaman Mosi-oa-Tunuya, “el humo que truena”. Un nombre perfecto para este tan impactante como escalofriante espacio natural. En Zambia, justo al borde de las cataratas Victoria, un profundo abismo se impone frente al asombro de quienes lo visitan: es la “Piscina del Diablo”.
Por: Clarín
¿Qué es la Piscina del Diablo?
En uno de los puntos en que Zambia y Zimbabwe se unen, las cataratas se alzan desafiando al paisaje.
Sus más de 100 metros de altura y 20 kilómetros de ancho (duplican en tamaño a las del Niagara) y los millones de litros de agua que impactan cada minuto contra el suelo invitan a disfrutar de su majestuosidad.
Pero hay algo más. Y es lo que esconden en su interior: una peligrosa y sobrecogedora piscina natural. La Piscina del Diablo.
Este accidente del terreno ya se ganó un lugar entre los fanáticos del riesgo y se convirtió en una de las mayores atracciones del continente africano. Es que desafiando todo peligro está permitido bañarse teniendo a pocos metros un precipicio de casi 110 metros.
No apta para los que le temen a las alturas, las vistas que se pueden conseguir desde el lugar son únicas en el mundo. Y de alto impacto.
Los amantes de las emociones fuertes están de parabienes. Ocurre que es posible sobrevivir a la caída, pero no a los cientos de cocodrilos que aguardan, ansiosos, al final de ellas.
¿Por qué es tan peligrosa?
No hay medidas de seguridad. No hay ningún tipo de red, ni quienes se bañan están sostenidos por algún arnés. Las piedras del fondo son resbaladizas, los golpes de agua pueden llegar de improviso y el nivel del agua puede subir un metro de repente y sin previo anuncio, describe el sitio Astrolabio.com.mx.
Para quienes se animen, a esta extravagante piscina se puede acceder solamente entre los meses de octubre y diciembre. ¿Por qué? Porque durante este período es posible nadar con menos riesgo de caer debido a que el nivel de agua es más bajo.
En Zambia, África, es posible bañarse en una piscina natural al borde del “abismo”. Los guías que acompañan a los visitantes aseguran que no hay riesgo. Pero hay que animarse.
Durante el resto del año puede ocurrir que la pared de roca del borde del acantilado no sea suficiente para detener un desliz. Además, las crecidas son tan grandes que pueden aumentar el caudal del Zambeze en más de un metro en pocos minutos, detalla ABC.