Asmiriam Roa estudió para ser abogada, pero decidió alterar la receta de su vida para convertirse en barista y maestra chocolatera. Desde pequeña se paseaba entre los aromas del café y el sabor puro del cacao. De allí se origina su gran pasión. A base de constancia y convicción llevó su toque mágico a Malasia donde replicó sus saberes hasta crear su pequeño imperio.
En medio de una cultura arraigada, sirvió su gran experiencia en la cafetería Juan Valdez y asumió una inesperada propuesta en el hotel Everly Putrajaya que la posicionó como líder. Su gran éxito la condujo a la apertura de Alba Chocolatier, Ocaso Café y su más reciente creación: Miss Coco and Coffee. Con orgullo y un rostro salpicado de emoción por sus nuevos pasos, nos develó cómo descubrió la fórmula para brillar en el país asiático.
Por: Elizabeth Gutiérrez y Luis Eduardo Martínez | lapatilla.com
Muchas personas entrañan su temprana vivencia a través de los sentidos. Para un andino, despertar en la mañana con una taza de café recién molido, o degustar de un exquisito chocolate al caer la tarde, es un deleite que corre por sus venas. Para Asmiriam no fue la excepción. Al crecer entre Táchira y Mérida, siempre tuvo un arraigo único hacia estos frutos tropicales.
Aroma a hogar
Contó que el hecho que su madre tuviera una finca de café la hizo apropiarse de ciertos placeres con esta bebida oscura y de carácter fuerte. Sin embargo, el chocolate también se impregnó en su ser. “Fue con un viaje que me di cuenta que dondequiera que iba veía chocolates (…) siempre la palabra Venezuela estaba muy presente”, acotó. Desde entonces, empezó a soñar con ser chef, a pesar de la resistencia de sus padres tradicionales.
“Mi mamá era educadora, mi papá era ingeniero, entonces eso de ser cocineros no les hacía mucho ruido. Estudié algo tradicional. Soy abogada también, pero mi historia es que tan pronto me gradué colgué mi título y empecé a estudiar cocina“, recordó.
Más adelante, Asmiriam abrió una primera tienda de chocolate en Barquisimeto mientras mantenía sus estudios. Pero había una pequeña llama en su interior que despertaba la curiosidad por saber cómo mejorar el sabor del chocolate, donde el cacao fuera lo que resaltara en su paladar.
Practicaba hasta el cansancio con una máquina artesanal que elaboró su padre, y no desistió hasta hacerlo cada vez mejor. En poco tiempo, llegó la oportunidad de viajar a España y allí se adentró a una experiencia inigualable, donde aprovechó los conocimientos adquiridos en chocolate y café de especialidades para desarrollarlos en Venezuela.
Granito a granito
Como buena andina, todo lo que siembras un día da sus frutos. Sin buscarlo ni pensarlo, la contactaron de la cafetería Juan Valdez para apoyar el lanzamiento de la cadena en Asia. Y es que ellos vieron en Asmiriam, ese talante de alcanzar todo lo que se propone, convicciones que le permitieron asegurar el éxito.
La propuesta era abrir en Malasia, pero debía pasar por un entrenamiento en Colombia que terminó siendo uno de los mayores tesoros que pudo mantener consigo. Viajó a la pequeña península del sudeste asiático, apoyó a Juan Valdez en el entrenamiento del personal, y rápidamente dieron inicio al proyecto. Con todo el viento a favor, en algún momento llega la tempestad. La pandemia se apoderó del mundo y todo cerró.
Aún así, Asmiriam solo quería tomar otro rumbo y continuar. “Malasia se cerró. Fue fuerte y es ese momento que sientes que cumpliste tu etapa, tu proceso, tu meta en una marca, en una corporación como esa”. No obstante, un cliente “fastidioso” lo cambió todo.
“Conocí un cliente regular, le servía una taza de café con mucha frecuencia y cada vez que lo hacía, él me preguntaba algo, conversábamos”. Pasaban los días, él seguía presentándose, con amigos, conocidos, y la ponía a prueba.
“Siempre me evaluaba. Es una persona muy inteligente. Ya yo estaba en proceso de cambio. Me preguntó mi historia, le conté que era barista, chocolatmaker, que soy venezolana”. De a poco, le habló sobre sus opciones en mente, y una respuesta fue el trampolín para su mayor salto. “Me dijo: ‘Antes de tomar esas opciones, visítame en uno de los hoteles que manejo’”.
El plan de ese asiduo consumidor, era que ella mejorara el servicio de cafetería en un hotel de 4 estrellas. No pasaron ni 72 horas, ya Asmiriam estaba enamorada de la propuesta, y rápidamente le presentó la renuncia a Juan Valdez. De inmediato comenzó a trabajar con ellos y las cosas cambiaron radicalmente tanto para ella, como para el Everly Putrajaya de Kuala Lumpur.
En este país musulmán, Roa enfrentó uno de sus más grandes retos al asumir un cargo de liderazgo. A pesar de los cambios que experimentó durante esta trayectoria, no se detuvo en el camino. Consolidó sus conocimientos, perfeccionó procesos, sin abandonar las enseñanzas y valores que la formaron en Venezuela. Aprendió a conocer su entorno, respetar las diferencias culturales y disfrutar de la convivencia. “Lo que más me gustó de Malasia es su gente, es hermosa, súper amorosa, siempre te hacen sentir bienvenida y la comida es increíble”, resaltó.
Alba de un sueño
A la experta en cacao siempre le gustó reinventarse y fijó su atención en un pequeño lugar del hotel donde podía ubicar pequeñas máquinas de chocolate. Así que investigó sobre la producción en Malasia y confirmó que su calidad no era como esperaba. Sin embargo, esto no fue impedimento para aventurarse en un nuevo plan. “Descubrí que había fincas que lo elaboraban mejor y había chocolateros que lo estaban haciendo bien. Entonces, empezamos a evaluar el mercado y propuse un pequeño proyecto”, contó.
Roa estudió el mercado local junto a los encargados del hotel y todos quedaron fascinados con la estrategia. La idea encajó como anillo al dedo, tanto así que se apoderó de otro espacio en el mismo resort de lujo en el que abrió su gran laboratorio de chocolate y fue así como nació Alba Chocolatier. “Alba es el amanecer y nosotros, como promesa de marca, queremos ser el despertar de las buenas prácticas del chocolate malasio, siguiendo lo que hacíamos en Venezuela porque eso es lo que hacemos acá”, manifestó.
Por otro lado, la barista y maestra chocolatera venezolana reveló que su equipo unió fuerzas con la Asociación de Cacao de Malasia para instruir a las personas en la elaboración de chocolate. “La aceptación ha sido muy linda, el producto gusta mucho”. En este sentido también comentó que están complacidos con su producto estrella, el brownie. “Tengo una receta imperdible con café”.
Alquimia con sello venezolano
La joven andina talla con calma sus ingredientes, cuida cada detalle de la producción y presenta a los comensales un “chocolate arriesgado”. De esta forma, es una referencia indiscutible en la región. “Me gustan los riesgos. Amigos y conocidos del mundo del chocolate me dijeron casi que estaba loca, que cómo iba a hacer chocolate con cacao malasio, si sabía que no es tan bueno. Les expliqué que había conseguido fincas y chocolateros con reconocimiento internacional. Que es otra cosa que estoy replicando de Venezuela, que creo muchísimo más en la colaboración que en la competencia y eso sí lo aplico siempre”, destacó.
Asmiriam profundizó sobre la misión de hacer chocolate con el cacao de Malasia. Para lograrlo, visitó a los productores de chocolate en el país y les contó lo que tenía en mente. “Los dos más grandes fueron amables y los primeros que me contactaron con los buenos cacaos. Yo lo había intentado sola y el cacao que tenía ciertamente no servía para un buen chocolate. Para tener un excelente chocolate, necesitas un buen cacao y el que conseguí en un principio no lo era. Casi lloro, creo que no podría hacer chocolate malasio”.
Consiguió las muestras, las probó y constató que podía funcionar, pero bajo su propia técnica. “Cuando yo tuesto estos cacaos, como sé hacerlo con el café, hay muchas cosas que pongo en práctica: Controlo temperaturas bajas pero prolongadas. Me gusta desarrollar eso sin tener que opacar los sabores innatos del cacao. Creo que una de mis grandes características”, explicó.
Otro dato curioso, es que confía plenamente en su práctica en Venezuela. “Alguna vez le escuché decir a un chocolatero que hay que escuchar al cacao. Creo que lo escucho y cada vez que lo hago, hay mucho de mi experticia. Eso es lo que lo hace muy propio y que se distinga”.
Dos sabores, un complemento
Asmiriam Roa, es una venezolana apasionada con mucho ímpetu por alcanzar nuevos horizontes. Y sus proyectos no se detienen. Actualmente, está desarrollando una marca llamada Miss Coco and Coffee para poder expandirse a través de diversas tiendas en Malasia.
La materia prima se encuentra a miles de kilómetros de distancia. El café de especialidad es traído de Colombia, aunque ya se plantea importar café venezolano. Su meta, es iniciar entre los meses de mayo y junio de este año y se encuentran buscando locaciones en Kuala Lumpur para abrir su primer local, pero no se confía de la pandemia debido al reciente repunte de contagios en China que obligó a las autoridades a imponer estrictas cuarentenas.
Aún cuando Miss Coco and Coffee deambula por su mente día y noche, sigue sosteniendo un proyecto piloto en las instalaciones del hotel al cual bautizó como Ocaso. A pocos metros de la piscina, los huéspedes podrán disfrutar de un rico café en una espectacular barra mientras esperan que el sol se ponga hacia el oeste.
En el transcurso de su carrera, muchos le atinaron a elegir entre especializarse solo en café o en chocolate, pero a palabras necias, oídos sordos. La vida le demostró a Asmiriam que no necesita escuchar a nadie, porque considera que tanto el café como el chocolate se complementan de una forma inigualable.”Hacer chocolate es muy divertido, a quien le gusta disfruta más la vida“, confesó.
Y para esta intrépida aventurera, no hay frontera que se le niegue. Espera regresar pronto a Venezuela para experimentar más con los sabores criollos. Mientras tanto, seguirá conquistando el mundo “con un buen café y un gran chocolate“.