El papa Francisco aseguró que es “un pecado grave” considerar a los ancianos “un desecho” y que hay que “protegerlos, honrarlos y darles dignidad” y no dejarles solos, durante la audiencia general de los miércoles que después de dos años por la pandemia regresó a celebrarse en la plaza de San Pedro.
La última audiencia general que se celebró en San Pedro fue el 26 de febrero de 2020 y después fueron suspendidas por las medidas sanitarias debido a la pandemia. Hoy, como ya en las ceremonias de la Semana Santa, Francisco volvió a saludar desde el papamóvil a los miles de fieles congregados en la plaza.
La catequesis volvió a estar centrada en el tema de los ancianos y el papa pidió a los padres que siempre acerquen a sus hijos a los ancianos, “incluso cuando estén enfermos o no muy bien de la cabeza” y que “si no hay otra posibilidad que llevarlos a las residencias” que se vaya siempre a visitarlos.
“Son el honor de nuestra civilización y los hijos a veces se olvidan de ello (…) Pensar que son un desperdicio es un pecado grave”, indicó Francisco.
Francisco condenó “cuando la debilidad es reprochada, e incluso castigada, como si fuera una culpa. Cuando el desconcierto y la confusión se convierten en una apertura para la burla y la agresividad. Puede suceder incluso entre las paredes domésticas, en las residencias, como también en las oficinas o en los espacios abiertos de la ciudad”.
Y puso el ejemplo de algunos sucesos en los que chicos han quemado la manta que cubría a un vagabundo, “porque lo veían como un desecho humano” pero agregó que esto es sólo “la punta del iceberg, es decir, del desprecio por una vida que, lejos de las atracciones y de las pulsiones de la juventud, aparece ya como una vida de descarte”. EFE