No es que sus nombres me cayeran del cielo, ni me fueron sugeridos por consultores que se ganan la vida diagnosticando que la economía “se está arreglando”, ni por politólogos asilados en Miami o Washington, sino de seguir la pista de tres líderes de la mediana generación que han recorrido casí toda la ruta del supermaratón de los 22 años de dictadura y que insisten que solo en Venezuela y por venezolanos se encontrarán las claves que nos harán despertar del socialismo atroz y corrosivo.
Hablo de María Corina Machado (las damas primero), Andrés Velásquez y Juan Guaidó, ciudadanos entre los 40 y 60 años tal vez, que han sufrido agresiones, persecuciones, torturas, que difieren en muchos o algunos puntos de la visión total del país, que incluso me parecen no se hablan o se hablan poco, pero a los que considero urgente, urgentísimo poner de acuerdo sobre el desastre orgánico que vive la oposición venezolana y empezar a enrumbarla en una perspectiva agresiva de éxito y recuperación.
Y poniendo al margen las diferencias en cuanto a los programas, tácticas y estrategias de las organiciones políticas en que militan -y dirigen- y concentrándose en una que me parece transcendente y fundamental: volver a unir a la oposición y ponerla en pie de guerra para movilizar al pueblo contra Maduro que paso a paso, cual boa constrictor, se está tragando y dejándonos las migajas del país.
Convengo con María Corina que entre los primeros pasos del objetivo de “Unidad y Movilización” estarían convocar un “Referendo Nacional” que decida en las urnas cuál o cuáles serían los líderes opositores de esta etapa, pero olvidándose de propuestas electorales y, más que ninguna, de las elecciones presidenciales del 2024 y plantear y sentir que el reto está ahora en llamar al pueblo a la calle contra la destrucción de la economía, de la infraestructura física, de los servicios públicos y de las instituciones que ya no se recuerdan ni por los nombres.
Pero sin que la convocatoria al Referendo se yuxtaponga a la movilización por la derrota de la dictadura, sino que las dos sean parte del despertar y de la movilización de calle, sin las cuales es imposible decir que la oposición está otra vez en pie de lucha y sin planteamientos ambiguos y objetivos aéreos que lejos de levantarla, no hacen sino mantenerla estática, inmóvil.
Por el contrario, lograr que el Referendo sea también por defender y restaurar la estructura física del país, luchar por el rescate de su fisonomía espiritual, histórica, cultural, educativa y moral, porque hay que establecer y afirmar que los socialistas y comunistas, no solo buscan destruir, borrar y desaparecer al país, a la nación, a la república como realidad física, visible, audible, sino como el conjunto de valores, principios y logros científicos y espirituales que fue y es, para que solo se le reconozca como el territorio innominado donde opera una pandilla de asaltantes y facinerosos.
En otras palabras que, borrar a nuestras hazañas y a nuestros héroes históricos del mapa, deformar o hacer indescifrables las fases y etapas en que fuimos creándonos como una nación independiente, republicana y democrática para que solo quede está montonera sin otra historia que sus tropelías y cohechos.
El hecho reciente de sustituir el escudo de Caracas que databa de 1592, como su bandera y su himno forjados en los hitos de las luchas ciudadanas, por mamarrachadas y signos contrarios a la verdad, es una muestra de que, no solo es una guerra contra la Venezuela ciudadana, sino de su existencia como realidad histórica, cultural y social.
Puede verificarse, igualmente, en la destrucción de las Universidades que fueron durante los últimos siglos los hornos donde se fraguaron las mentes que tanto hicieron porque fuéramos una identidad y construyéramos una pertenencia y hablo de la UCV, la UDO, LUZ, USB, y tantas otras que resisten la arremetida de la barbarie que se propone que apenas existamos para pasto de caudillos y ejército de malhechores.
El ejemplo de países como Cuba que después de 62 años de socialismo rueda sin ninguna presencia importante en los grandes esfuerzos que hace la humanidad contemporánea, tiene también que ser citado para que Venezuela se situe en la urgencia de declararse en guerra contra la dictadura de Maduro y no ceje hasta derrocarle.
Por eso insisto en mi llamado a los tres venezolanos que considero en mejores condiciones de escucharlo, a María Corina Machado, Andrés Velásquez y Juan Guaidó, para que rompan diferencias y construyan acuerdos para que la unidad en la oposición vuelva a hacer una realidad y las calles vuelvan a rugir con el grito de los ciudadanos por agua para los millones de sedientos que tienen que cavar aljibes para encontrarla, los que fabrican velas caseras para ver la luz, los que perdieron acceso a la salud porque se abandonaron los hospitales y los que se quedaron sin universidades, liceos y escuelas públicas porque los neototalitarios no las consideran necesarias.
Es un llamado que hago también a los gobernadores y alcaldes opositores que resultaron electos en los recientes sufragios regionales, a las individualidades que presiden instituciones educativas, eclesiásticas, empresariales, militares y estudiantiles.
A los líderes de los partidos opositores venezolanos en el exilio como Leopoldo López, Antonio Ledezma y Julio Borges, a tantos dirigentes que no por estar expulsados de la patria dejan de sentirla y luchar por ella, a mis colegas, los periodistas, comunicadores y artistas que proclaman su venezolanidad en todas las oportunidades y hacen cuanto pueden para que el extrañamiento de la patria no se aleje.
Y de los que espero entiendan que Venezuela no puede continuar sin una oposición organizada, activa y representativa, que le de la cara a la dictadura en todas las circunstancias y este decidida a derrotarla para que vuelva a ser libre y democrática.
Hay furia, rabia y rechazo en las calles contra quienes están destruyendo a Venezuela, deseos de integrarse cuanto antes a una iniciativa nacional encabezada por líderes como María Corina Machado, Andrés Velasquez y Juan Guaidó que nunca han faltado a los compromisos que han adquirido con el país.
Y no faltarán en esta hora donde pandemias, inundaciones, paramilitares, guerrilleros y narcotraficantes pareciera que se han dado la mano para sacar a Venezuela del mapa de las naciones del mundo.
Y que espero lo hagan, porque si no la patria en que nacimos está perdida.