Un fiscal paraguayo que se había dedicado a hacerle frente a las mafias del narcotráfico y a varios casos de lavado de dinero murió en un país distinto al suyo, justo cuando celebraba con su esposa la llegada de su primer hijo. Ni siquiera venía en un viaje de trabajo.
Por infobae.com
Marcelo Daniel Pecci Albertini tenía 45 años. En el año 2000 inició su camino al interior de la esfera pública del Gobierno Paraguayo. Se desempeñó como asistente del Ministerio Público. Con el paso de los años, se hizo conocido por encargarse de los casos más difíciles relacionados con el crimen organizado en su país.
Era todo lo que tenía cuando empezó en esto, un carro Daewoo Cielo del 97. El vehículo valía unos 23 millones de pesos en esa época. Hoy puede que cueste un poco más, y seguramente se cotice por el doble si algún negociante intenta venderlo como el auto en el que andaba el fiscal asesinado en Colombia al inicio de la década.
En 2009, Pecci asumió como agente fiscal. Se compró otro carro, un Mercedez Benz C230 del 98, y se le sumaría, tiempo después, una camioneta Hyundai. Ascendía en la escena legal guaraní por su buen trabajo, y así como recibía felicitaciones, también amenazas de quienes más afectados se veían por sus acciones. Pecci comenzó a investigar a fondo varios casos que se hicieron relevantes en el último tiempo en Paraguay, como el del proceso contra el clan Sánchez Garcete, liderado por Carlos Rubén, alias ‘Chicharo’, quien para entonces tenía encima varios cargos por lavado de dinero.
Se convirtió en uno de los funcionarios paraguayos más preparados para lidiar con el crimen organizado, encaró muchos de los más peligrosos nombres relacionados con el bajo mundo en ese país. Recientemente, dio con los responsables del doble atentado ocurrido en el Festival Musical de San Bernardino, en enero de este año, en el cual dos personas murieron y cinco quedaron heridas. Aquello fue un ajuste de cuentas que tenía como objetivo a Marcos Rojas, una especie de secretario de narcotraficante. Murió tras recibir ocho impactos de bala. Aquella vez, unas 25.000 personas se encontraban en el escenario José Asunción Flóres y presenciaron lo ocurrido.
En 2021, asumió la investigación del asesinato de la hija del gobernador de Amambay. Cuando Haylee Carolina Acevedo murió, tres personas más también lo hicieron en ese siniestro; Pecci también estuvo al frente de la ‘Operación Ronaldinho’, cuando el exfutbolista brasileño fue detenido en Paraguay, en 2020, por falsificación de documentos, y de las investigaciones por el homicidio del empresario Mauricio Schwartzman, y la desaparición de armas en Dimabel.
Kassem Mohamad Hijazi fue apresado por su cuenta. El ciudadano brasileño de origen libanés fue acusado por lavado de activos y fue extraditado a Estados Unidos, tras varios intentos por evitar que así fuera. Pecci llevaba casos que pocos fiscales en Latinoamérica se han atrevido a enfrentar. como la llamada operación “A ultranza”, que permitió desarticular una banda de narcotraficantes responsable de enviar más de 16 toneladas de cocaína que fueron incautadas en Europa,
El fiscal paraguayo fue asesinado en Colombia este 10 de mayo, cuando se encontraba en una playa privada ubicada en Barú, cerca de Cartagena de Indias. Dos hombres a bordo de una lancha dispararon contra él cuando se encontraba cerca de la playa, en una motocicleta acuática. El cuerpo de Pecci cayó al agua lentamente, con los impactos de bala tatuados en su piel, y los asesinos huyeron tan rápido como aparecieron.
La esposa del fiscal asesinado ha comentado a las autoridades competentes que Pecci no había recibido amenaza alguna en los días inmediatamente anteriores, pero aclaró que su homicidio puede estar relacionado con las investigaciones más recientes que asumió el fiscal.
¿Quién está detrás de este asesinato? Las investigaciones avanzan y las autoriades colombianas, con el respaldo de las paraguayas y estadounidenses, han prometido poner a los responsables en este caso frente a la justicia, ojalá frente a un fiscal como Pecci, que parecía el comisionado Gordon de Ciudad Gótica, solo que sin bigotito ni un Batman guaraní que le protegiera.
