Hasta la fecha Minsk no ha querido involucrarse directamente en la guerra que se libra en el país vecino. Pero las circunstancias apremian, y posiblemente los problemas que está experimentando Rusia para cumplir con los objetivos que se propuso se están traduciendo en una mayor presión sobre Bielorrusia para que incremente su implicación en el conflicto. Pocas opciones tiene su líder, Alexander Lukaschenko. Su deriva autocrática de los últimos años lo ha abocado a los brazos de Putin.
Por El Mundo
A principios de este mes el Gobierno bielorruso había anunciado una serie de ejercicios militares a gran escala. Pocos días después, en un movimiento que a muchos expertos les recordó a los prolegómenos de la invasión rusa, Bielorrusia anunció que sus fuerzas especiales se desplegarían en tres áreas próximas a la frontera sur con Ucrania. Su pretexto, según el jefe del Estado Mayor Viktor Gulevich, es que “EEUU y sus aliados siguen incrementando su presencia militar” en sus fronteras.
Ayer, en una de sus actualizaciones informativas sobre la situación en Ucrania, el Ministerio de Defensa del Reino Unido confirmó el despliegue bielorruso y apuntó a una de sus posibles razones: servir de despiste para los ucranianos. “La presencia de fuerzas bielorrusas cerca de la frontera posiblemente fijará a los efectivos ucranianos, para que no puedan desplegarse en apoyo de las operaciones en el Donbás”, apuntó, en una serie de trinos.
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