La muerte de los vastos bosques de Glossopteris que producían el carbón de Australia marca un punto en el tiempo (hace 252 millones de años) en el que entre el 85 y el 95% de todos los seres vivos se extinguieron en este planeta. El evento corresponde a un período geológicamente rápido de calentamiento global.
Las temperaturas de la superficie del mar aumentaron en 15 grados centígrados. Se considera que la causa de este calentamiento catastrófico refleja principalmente la voluminosa efusión de lava en Siberia, conocida como las “trampas siberianas” que alteraron la composición atmosférica de la Tierra.
Sin embargo, antes de las erupciones siberianas, las especies ya estaban disminuyendo a nivel mundial y el clima ya estaba cambiando. Los científicos no están seguros de qué causó este calentamiento inicial. Los detalles más novedosos se dieron a conocer por una investigación realizada por un equipo de la Universidad de Nueva Inglaterra, junto con el Departamento de Planificación de Nueva Gales del Sur y la Universidad Estatal de Boise en EE. UU. que ha identificado un desencadenante adicional del calentamiento global.
La identificación de una serie de súper erupciones a gran escala que ocurrieron en el este de Australia es la conclusión a la que arriban en el documento que acaba de publicarse en Nature Geoscience. “Nuestra reciente investigación confirma, a través de una datación precisa de la edad, que hace aproximadamente entre 257 y 252 millones de años, el este de Australia estaba siendo sacudido por una culminación de súper erupciones repetidas, en el período previo al evento siberiano -explicó Timoteo Chapman, profesor de Mineralogía y Petrología de la Universidad de Nueva Inglaterra-. Las súper erupciones, las más grandes de su tipo, son diferentes al evento siberiano, ya que son explosivas y arrojan cenizas voluminosas y gases a la atmósfera. Cubrieron la tierra repetidamente con ceniza volcánica”.
Utilizando la datación isotópica de edad de uranio-plomo de alta precisión de diminutos cristales del mineral circón, las nuevas relaciones de edad para los restos del vulcanismo establecen que al menos 150.000 kilómetros cúbicos de material entraron en erupción hace 4 millones de años. La caída de ceniza de estos eventos se extendió por el este de Australia. La ceniza volcánica se puede observar intercalada con las capas prominentes de carbón que alguna vez formaron antiguos pantanos y bosques.
“Nuestro estudio ha confirmado que la fuente de estas capas de ceniza se encuentra en la región de Nueva Inglaterra de Nueva Gales del Sur, donde se conservan los restos erosionados de vastas calderas”, completó Chapman. El espesor y la extensión del material volcánico antiguo es consistente con algunas de las erupciones más grandes conocidas por la ciencia.
“El este de Australia -continuó Chapman-, hace 257/252 millones de años, estaba siendo sacudido por repetidas súper erupciones. La escala y las características de los volcanes son en general similares en magnitud a las de los súper volcanes de Yellowstone en los EE. UU. o Taupo en Nueva Zelanda. La salida de cenizas y gases de efecto invernadero sustanciales a la atmósfera de erupciones anteriores de estas escalas provocó períodos de cambio climático pronunciado en el pasado.
La erupción de Toba hace 75.000 años en Indonesia casi aniquiló a los primeros humanos durante un prolongado invierno volcánico. Una serie de erupciones volcánicas históricamente significativas que se extienden entre 1400 y 1850 contribuyeron a la reciente ´pequeña edad de hielo´”. El período de súper erupciones en el este de Australia corresponde a cambios en las temperaturas globales y el inicio de la extinción de especies.
La correlación de los resultados del estudio con los indicadores del cambio ambiental y la abundancia de especies es consistente con un vínculo entre las grandes erupciones y el estrés del ecosistema y la extinción inicial. El mejor indicador de la agitación ambiental es la terminación abrupta de los vastos bosques de Glossopteris, según relatan los especialistas en su documento, una planta de formación de carbón clave en Australia. Posteriormente, la erupción de las trampas de Siberia condujo a un calentamiento global aún mayor y al colapso catastrófico de los ecosistemas en todo el mundo.