La Administración de Joe Biden se volcó en negociar una participación plena de México en la novena Cumbre de las Américas que se celebrará del 6 al 10 de junio en Los Ángeles. Después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador dejara en el aire su presencia si Estados Unidos no invita también a los representantes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, Washington ha multiplicado los contactos para definir una posición común ante el cónclave. Para el lunes estaba prevista una conversación entre el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y el secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Marcelo Ebrard. Y el miércoles visitará México Christopher Dodd, asesor especial de Biden para la organización de la cumbre.
Por El País
“No sé dónde vamos a llegar con la Cumbre de las Américas, pero de parte de Estados Unidos es muy importante que México participe. Por eso el miércoles Chris Dodd viene a pasar un día aquí, para ver de qué manera caminamos hacia delante”, explicó el embajador estadounidense, Ken Salazar, durante una comparecencia con el gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo, del opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI). “Se puede preguntar por qué estamos dándole tanta atención a México. Es porque en una Cumbre de las Américas se requiere que México esté allí con su liderazgo”, continuó el diplomático.
El veterano político demócrata se apresuró la semana pasada —tras conocer la decisión de López Obrador de supeditar su participación a la inclusión de todos los gobiernos del continente— a pedir una reunión con el mandatario en el Palacio Nacional. Para la Casa Blanca, según manifestaron en varias ocasiones funcionarios de primera línea, es crucial que América del Norte lleve a la cita regional una agenda compartida en temas de fondo como la política migratoria, la seguridad o la integración económica. Por eso, por ejemplo, Biden solicitó hace dos semanas una conferencia telefónica con su homólogo antes de su gira por Centroamérica y Cuba. Y por eso Ebrard viajó a Washington para reunirse con Blinken.
El propio canciller informó que el lunes se abordó el desarrollo de la cumbre en la reunión del Gabinete de Seguridad del Gobierno. Poco después, el presidente aclaró que, en cualquier caso, no peligra la participación de su Ejecutivo en el cónclave, y aseguró que “ha habido una actitud muy responsable de parte del Gobierno de Estados Unidos”. “No han salido a negar la posibilidad de que participemos todos, incluso la vocera de la Casa Blanca mencionó que todavía no se habían mandado las invitaciones, y es cierto, todavía no hay invitaciones”, afirmó durante la conferencia de prensa matutina.
De momento, a tenor de las declaraciones de altos cargos de la Administración estadounidense, parece poco probable que se extienda una invitación a Cuba —como hizo Barack Obama en 2015—, Nicaragua y Venezuela. “Hay un sentimiento y una visión democrática en las Américas y vamos a respetar eso. Y, por lo tanto, no nos parece conveniente incluir a países que falten al respeto a la democracia”, avanzó la semana pasada en entrevista con EL PAÍS el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Brian Nichols. Sin embargo, para López Obrador no todas las puertas están cerradas.
Por Sofía Pisani para Voz de América y lapatilla.com