Para la UNE, la situación es “compleja” y, al igual que Díaz-Canel, el responsable es el embargo de EE UU a la Isla, reseña 14ymedio
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“Esto cada vez se parece más a los 90”, fue la frase con la que una vecina de la calle Jovellar en Centro Habana describió el corte eléctrico que desde las nueve de la mañana sufre la zona. Los temidos apagones han regresado a las puertas de un verano que se percibe incierto y difícil.
“No he podido trabajar porque llegué a casa de un cliente y no tenía luz”, lamenta Mamito, reparador de equipos de aire acondicionado que perdió la mañana debido al apagón. “Sin electricidad no puedo probar el equipo ni mostrarle al dueño cómo quedó el arreglo”. Alrededor de la zona, en la barriada del Cerro, las cafeterías también estaban cerradas y los semáforos apagados.
Las emisoras locales tratan de difundir el cronograma de apagones pero a veces los cortes llegan sin previo aviso. Los peor recibidos son los que aparecen en la madrugada, porque el calor de mayo obliga a usar los ventiladores o los equipos de climatización para poder dormir. Es común que se eleven los gritos con palabrotas o insultos a los dirigentes cubanos cuando en medio de la noche dejan de moverse las aspas de los ventiladores.
Pero la geografía de los apagones es irregular y desvela los temores del oficialismo a nuevas protestas populares como las de julio pasado. “¿Por qué a los habaneros no les quitan la luz tanto como a nosotros?”, cuestionaba en Facebook este fin de semana un residente en la ciudad de Sancti Spíritus. La mayoría de los comentarios apuntaban al miedo de las autoridades a que “la gente en la capital se tire para la calle”.
“Estoy editando y… ¡plaf! apagón. Imposible trabajar así. Yo puedo hablar por Pinar del Río que es donde yo vivo, y aquí en esta ciudad son (mínimo) de 10 a 12 horas diarias sin corriente”, publicó el influencer Daguito Valdés, experto en fútbol y con miles de seguidores en las redes sociales.
“Tiene que esperar porque tenemos a la brigada de guardia en la calle con varios reportes”, responde una voz femenina al otro lado de la línea de la Empresa de Ascensores Unisa. Los reportes de elevadores trabados con personas dentro y debido a un corte eléctrico se han disparado en los últimos días. “Estamos demorando más tiempo porque tenemos más llamadas”, concluye la empleada.
En los edificios de Nuevo Vedado, una zona de inmuebles construidos durante el subsidio soviético, el temor es que “quiten la luz y no puedan bombear el agua”, explica a este diario un vecino del conocido como edificio de los pilotos próximo a la calle Tulipán. “Es una locura subir el agua por la escalera si no tenemos electricidad”, comenta el hombre que vive en el piso 12.
“Llame antes de venir porque no sabemos si vamos a tener luz a esa hora”, advierte Nayaare, una peluquera de un local arrendado a particulares cerca del Boulevard de San Rafael. “Hemos tenido que correr el turno de varias clientas porque ayer no tuvimos electricidad desde la mañana y hasta pasadas las cuatro de la tarde”.
Todo se hace más lento cuando llega el apagón. En las oficinas estatales los empleados aprovechan para paralizar el servicio al público, la mayoría de los restaurantes y cafeterías ponen el cartel de cerrado y el transporte se complica con la falta de semáforos. En zonas de la periferia de la ciudad y en provincia también está el problema de los mosquitos.
“Aquí no se puede dormir hace tres días”, cuenta en un grupo de WhatsApp una joven de Ciego de Ávila con un niño pequeño. Nos tenemos que ir para el portal de la casa y yo me siento con mi hijo en las piernas toda la noche en el sillón, entre el balanceo y el abanico para que no lo piquen los mosquitos, no puedo pegar un ojo”.
Un tuit de Lis Cuesta, esposa del gobernante cubano, ha añadido vinagre en las heridas al asegurar que tenía “el corazón en modo estropajo por los agobiantes apagones”. La reacción no se ha hecho esperar y el texto ha generado una avalancha de respuestas en las que se critica “el cinismo” de Cuesta y se exige transparencia sobre las razones del actual descalabro energético.
Este mismo lunes, el mandatario Miguel Díaz-Canel reconoció que “la situación energética del país sigue siendo muy tensa” por las “roturas en algunas plantas y la salida programada de otras para su mantenimiento”.
Sin embargo, la culpa de estos “dos años extremadamente duros”, para el mandatario, no es de la falta de mantenimiento de las plantas, sino de la pandemia de covid-19 y “el bloqueo recrudecido”.
El pasado viernes, la Unión Eléctrica de Cuba (UNE) explicó en una nota que, a pesar de que volvía a ponerse en funcionamiento la termoeléctrica Lidio Ramón Pérez, de Felton, en el municipio holguinero de Mayarí, después de una avería, no se estaba logrando abastecer la demanda del país porque “continúan seis unidades térmicas en avería y los mantenimientos planificados en Feltón 2, Mariel 8 y Talla piedra”.
Para la UNE, la situación es “compleja” y, al igual que Díaz-Canel, es responsable el embargo de EE UU a la Isla, que ha impedido “realizar los mantenimientos requeridos de forma oportuna”.
De los 20 bloques de generación de electricidad con los que cuenta el país, 16 se encuentran “fuera del ciclo de mantenimiento capital, además quemando un combustible muy agresivo”.