Susan Edwards junto a su esposo, Christopher, entró a la historia del crimen en Inglaterra en 2013 luego del macabro hallazgo de la policía en el jardín de una modesta vivienda en Mansfield.
Por: Clarín
Allí Susan Edwards había enterrado a sus padres, Patricia y William Wycherley, después de matarlos en 1998 con la ayuda de su marido. Los sucesos conmocionaron a Gran Bretaña y acaba de estrenarse una serie, Landscapers, producida por HBO, basada en esta historia.
Lo insólito del caso es que durante 15 años los asesinos pudieron guardar los asesinatos en secreto, es decir, hasta 2013. De hecho, Susan escribió tarjetas de Navidad falsas de sus padres y les dijo, a los miembros de su familia, que la pareja de ancianos se había mudado a Irlanda y necesitaban estar solos.
Mientras tanto, ella y su marido fueron robando un total de 285.286 libras esterlinas de los ahorros de las víctimas. Susan y Christopher Edwards lo gastaron en recuerdos y reliquias de artistas famosos, ya que fanáticos del cine.
La trágica vida de Susan Edwards
No se sabe mucho sobre los primeros años de vida de Susan Edwards. Nació alrededor de 1958, hija de William Wycherley, que entonces tenía 46 años, y de su esposa Patricia, de 23 años, que ya estaba embarazada cuando se casaron.
Susan afirmó más tarde que había tenido una infancia infeliz. A la policía le confesó que William había abusado de ella hasta los 11 años. Según Susan, Patricia, su madre, había permanecido en silencio porque no podía creer el horror que vivía a diario su hija.
Años después, en la década de 1970, la abuela de Susan le dejó 10.000 libras esterlinas como herencia. Sin embargo, eso fue un motivo de disputa con su madre que finalmente la engañó y le arrebató ese dinero.
La vida de Susan transcurría como podía, con un dolor sostenido pero mantenido en la tranquilidad. Después de trabajar brevemente como bibliotecaria, conoció a su futuro marido, Christopher, a través de una agencia de citas.
Se unieron por su afición a los recuerdos y al pasado. A Christopher le gustaba la historia militar, mientras que a Susan le gustaban las celebridades de la época de oro del cine de Hollywood. Con estos puntos en común se casaron en 1983.
Con el paso del tiempo crecieron sus deudas, sobre todo, porque la pareja solía gastarse los sueldos en sellos, autógrafos de colección y otros objetos. Su tendencia al fetichismo los conducía lentamente a la ruina.
Así comenzaron a crecer sus dificultades financieras.
El dueño de una tienda local, cercana a la casa de los Edwards, recordó que Christopher siempre parecía preocupado por lo que gastaba. “Era muy cuidadoso con su dinero”, dijo a la prensa que cubrió el caso. “Cuando le dabas el cambio, lo contaba céntimo a céntimo. Se ponía junto a la puerta y miraba el recibo y lo comprobaba una y otra vez”.
Según la policía, apretados económicamente, Susan y Christopher pensaron que había una forma fácil de conseguir mucho dinero rápidamente. Con la mente puesta en el asesinato, se dirigieron a la casa de los padres de Susan, en East Midlands, el 1° de Mayo de 1998.
Allí, Christopher y Susan dispararon a los padres de Susan dos veces en el pecho cada uno, envolvieron sus cuerpos en un edredón y los enterraron a un metro bajo tierra en el jardín trasero.
Dos días después, cuando los bancos volvieron a abrir, Susan Edwards retiró 40.000 libras de su cuenta. Pero era sólo el principio.
Susan Edwards mantuvo por 15 años el asesinato de sus padres en secreto
Susan y Christopher Edwards supieron guardar muy bien su secreto durante casi dos décadas. A medida que pasaba el tiempo, hacían creer que Patricia y William seguían vivos.
Una de las claves para mantener su mentira fue hacerse pasar por las víctimas a través de postales y cartas que les enviaban a otros parientes. ?Otras veces, Susan contaba que sus padres sólo deseaban escribirse con ella porque no estaban bien de salud y que, por ese motivo, vivían un retiro en Irlanda.
“Mi padre haciéndose mayor y mi madre no siempre con la mejor salud se fueron a Irlanda para disfrutar del buen aire”, escribió Susan a un familiar en 2007.
En otra ocasión, en 2011, Susan deliraba que sus padres estaban disfrutando de una “segunda juventud” y escribía: “da gusto verlos con tanto entusiasmo.”
Susan y Christopher desviaban el dinero de las cuentas de William y Patricia. Crearon préstamos y tarjetas de crédito a nombre de la pareja fallecida, falsificaron documentos de pensiones y prestaciones por incapacidad, e incluso, vendieron su casa con una firma falsificada.
Mientras tanto, los cuerpos de William y Patricia Wycherley seguían bajo tierra y sin ser descubiertos.
Sin embargo, el dinero que robaron no fue a parar a los ahorros o a los bienes inmuebles. En cambio, Susan y Christopher no paraban de drenar miles y miles de libras en recuerdos de famosos.
Una vez se gastaron 14.000 libras en objetos de colección de Gary Cooper. En otra ocasión, quemaron 20.000 libras en una colección de autógrafos cuya procedencia era incomprobable, pero a ellos no les importó.
Recién en 2012, empezaron a ponerse nerviosos. Ese año, William Wycherley cumplía 100 años, y el Departamento de Trabajo y Pensiones pidió una entrevista en persona para celebrar la ocasión.
Además, desde el Palacio de Buckingham también habían escrito preguntando dónde enviar un telegrama para felicitar al hombre por llegar a su centenario.
Susan y Christopher entraron en pánico y huyeron a Lille, Francia, con sus recuerdos cinematográficos más valiosos.
Allá descubrieron que no podían acceder a las cuentas bancarias de los Wycherley desde el extranjero. Se negaron a vender las “reliquias”. Así que acorralados vieron cómo su dinero empezó a agotarse. En ese momento, Christopher llamó a su madrastra para conseguir más.
Ella fue quien le avisó a la policía británica para contarles la extraño fuga de la pareja a Francia. Y le solicitó a la policía que realice excavaciones en el jardín de los Wycherley porque allí “había algo raro”.
La policía lo hizo y descubrió los cuerpos enterrados.
Sin dinero, y perseguidos por las autoridades, Susan y Christopher Edwards decidieron entregarse a la policía británica sólo si les pagaban el pasaje de regreso, en tren, desde Francia. Y cumplieron su palabra.
La sentencia de Susan Edwards y de su esposo
Ambos fueron condenados a 25 años en el Tribunal de la Corona de Nottingham en 2014, por lo que, actualmente, ya han cumplido siete años de su condena y residen en prisiones no reveladas por las autoridades.
En declaraciones a la BBC, el inspector jefe Rob Griffin, de la Unidad de Delitos Graves de East Midlands, dijo luego de la sentencia que la pareja: “no llevaban un estilo de vida fastuoso. Parece que la mayor parte de su dinero lo gastaban en objetos del mundo del espectáculo como artículos autografiados y autentificados de personas a las que admiraban. Es asombroso pensar que se gastaban el dinero en eso”.
Griffin agregó que “los Wycherley no tenían muchos amigos cercanos, no estaban especialmente unidos a sus familias. Hacían un gran esfuerzo para mantener la mentira de que sus padres estaban vivos”.
Sobre la adaptación de este caso policial en un programa Griffin le dijo al Nottingham Post: “Tengo sentimientos encontrados sobre la realización de la serie. Se trata de víctimas que tienen una familia y las vidas de las personas han cambiado para siempre a causa de esto. No es necesario volver a revivir todo eso”.