Este domingo se vive una jornada definitiva. El país elige entre la baraja de candidatos presidenciales al sucesor de Iván Duque. La expectativa es total y los ánimos están caldeados. La tarea de quien resulte ganador en la jornada de este fin de semana o en una segunda vuelta no será fácil.
Por semana.com
El próximo presidente tendrá que lidiar con un país convulsionado por una ciudadanía que exige soluciones prontas a los estragos generados por la pandemia, una sociedad que no encuentra respuestas a los problemas estructurales que envejecieron mal y una polarización política que podría hacer estallar de nuevo la movilización social.
El nuevo jefe de Estado tendrá que enfrentar los retos apalancados en unas instituciones con niveles históricos de desconfianza y un panorama internacional en el que las tensiones han escalado hacia la violencia.
Desconfianza institucional
Según la más reciente Encuesta de Cultura Política publicada por el Dane, apenas el 8,5 por ciento de los ciudadanos siente confianza en los partidos políticos y solo el 10,6 por ciento confía en el Congreso.
De la desconfianza no se salva ni siquiera la rama judicial, pues apenas el 11,2 por ciento de los ciudadanos confía en los jueces y magistrados. Tampoco la Fuerza Pública, ya que únicamente el 18,8 por ciento de los consultados siente tranquilidad con la Policía y únicamente al 26 por ciento le inspiran confianza las Fuerzas Militares. En el caso de la Presidencia, el panorama es similar: la cifra no supera el 17,9 por ciento.
Adicionalmente, apenas el 12,4 por ciento de los encuestados manifestó estar satisfecho con la forma en que la democracia funciona en Colombia. En 2019, esta cifra era de 16,5 por ciento, es decir, disminuyó cuatro puntos porcentuales.
Movilización social
Tal como lo demostró el caso de Chile, donde el presidente Gabriel Boric enfrentó una movilización social a los pocos días de su posesión, el nuevo mandatario tendrá poco tiempo para responder a los reclamos de la ciudadanía. Y el regreso de las movilizaciones podría darse rápidamente.
En 2019, personas de todo tipo de orientaciones políticas decidieron protestar. En ese año se concretó un movimiento social muy diverso pero masivo y cohesionado. El año pasado, cuando el país apenas estaba saliendo de la pesadilla de la pandemia y los sectores se estaban reactivando, la protesta social volvió a tomar vida.
El Comité Nacional del Paro (CNP) –que no agrupa a todos los sectores– recogió en su momento 104 peticiones al Gobierno, lo que refleja la diversidad de reivindicaciones que tienen los ciudadanos, pero también aprovechó la iniciativa de una reforma tributaria presentada por el Gobierno que exacerbó los ánimos.
Esta movilización social se ha visto impulsada por la dura polarización. El próximo mandatario tendrá una de las oposiciones más feroces de los últimos años.
Seguridad
A pesar de que el gobierno de Iván Duque reveló que este periodo electoral del 2022 ha sido el más tranquilo que ha vivido Colombia en materia de homicidios, con una tasa promedio de 25,2 asesinatos por cada 100.000 habitantes, el indicador más bajo de los últimos 32 años, la percepción de inseguridad que tienen los ciudadanos está desbordada. “Ya no se puede salir a la calle”, es el pensamiento de muchos.
Y no es para menos. De acuerdo con cifras de la Policía, el hurto a personas creció 18 por ciento en los primeros cuatro meses de este año con respecto al 2021. De hecho, entre enero y abril, se reportaron 72.600 atracos, un promedio de 800 por día. Y se ha incrementado el uso de sustancias como la escopolamina para cometer robos. Solo en Bogotá, este año creció en 76 por ciento la utilización de esta sustancia en hurtos.
En materia de lucha contra las organizaciones criminales, si bien se ha logrado la captura de peces gordos como Darío Úsuga, ‘Otoniel’, jefe máximo del Clan del Golfo y quien fue extraditado a Estados Unidos, los grupos armados ilegales siguen haciendo de las suyas en varias zonas del país. Hace apenas tres semanas, 11 departamentos del país vivieron días de terror por cuenta del paro armado del Clan del Golfo. El ELN, las disidencias de las Farc y los demás grupos armados ilegales son una amenaza.
Estas organizaciones criminales tienen como principal combustible el narcotráfico. De acuerdo con los datos de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos, el cultivo de coca en el país aumentó a 245.000 hectáreas en 2020 (el periodo más reciente de que se disponen datos), en comparación con las 212.000 hectáreas de 2019.
Para leer la nota completa pulse Aquí