El balcón de Buckingham, en el centro de los grandes momentos de la monarquía británica

El balcón de Buckingham, en el centro de los grandes momentos de la monarquía británica

Esencial para la imagen de la familia real británica desde hace más de siglo y medio, el balcón del Palacio de Buckingham volverá a centrar todas las miradas esta semana durante las celebraciones del “jubileo de platino”.

Para este festejo histórico de sus 70 años de reinado, Isabel II, de 96 años, decidió que sólo los miembros de la familia real que “trabajan” para la monarquía puedan salir a saludar a la multitud el jueves, durante el tradicional “Desfile del Estandarte” que abrirá las celebraciones.





En total, serán 18 personas, muchas menos que en ocasiones anteriores, con motivo de grandes eventos como las bodas reales.

Esto excluye al príncipe Enrique y su esposa Meghan, que se distanciaron de la realeza pero viajarán al Reino Unido procedentes de California donde viven con sus dos hijos.

También dejará fuera al príncipe Andrés, tercer hijo de la monarca, privado de cualquier función oficial a raíz de unas acusaciones de agresión sexual a menor en Estados Unidos, de las que se libró en marzo pagando varios millones de dólares a su acusadora.

Tras dos años complicados para la familia real, el balcón, que se viste de rojo y oro para las ocasiones especiales, no debe ser escenario de ninguna tensión.

– Escaparate –

Con los años, el balcón se convirtió en el escaparate de la monarquía británica.

Fue la reina Victoria quien inauguró esta forma de saludar a sus súbditos en 1851, con motivo de la exposición universal.

Siete años después, la familia apareció en el balcón para la boda de su hija mayor, la princesa Victoria.

Desde entonces, el balcón ha marcado todos los grandes momentos de la familia real.

El 4 de agosto de 1914, la multitud pidió ver a Jorge V cuando el Reino Unido acababa de declarar la guerra a Alemania. En noviembre de 1918, miles de londinenses aclamaron a los reyes tras el armisticio de la Primera Guerra Mundial.

Luego vinieron las bodas reales, los jubileos, las coronaciones… En 1935, una princesa Isabel de 9 años saludó a la multitud con motivo del 25º aniversario del reinado de su abuelo Jorge V. Dos años después, volvió a saludar desde el balcón para la coronación de su padre Jorge VI.

El 8 de mayo de 1945, el primer ministro Winston Churchill celebró allí la victoria aliada contra los nazis junto a la familia real.

La princesa Isabel volvió a salir en 1947 para su matrimonio con el príncipe Felipe y luego, como reina, para su coronación en 1953.

Nada se deja al azar en estas apariciones de alto nivel: la reina, en el centro, va vestida tradicionalmente con colores brillantes, los hombres del primer círculo van vestidos con uniforme militar y las mujeres con sofisticados sombreros.

Algunos se han tomado libertades y atrevimientos, como cuando el príncipe Carlos y la princesa Diana se dieron un beso tras su boda en 1981, copiado después por el príncipe Andrés y Sarah Ferguson, y luego por el príncipe Guillermo y Catalina.

Sin embargo, no es la imagen de la familia lo que importa, sino la de la monarquía.

“La reina ha privilegiado a lo largo de su reinado lo regio sobre las consideraciones familiares y personales”, explica Marc Roche, autor de varios libros sobre la monarquía. “Para ella es fundamental proyectar la monarquía en el balcón, no la familia”, subraya.

La monarca, que tiene dificultades para caminar, podría aparecer allí el jueves después del desfile, durante el sobrevuelo de 70 aviones de la Royal Air Force.

Pero también podría hacer una segunda aparición en el balcón el domingo con sus tres herederos, los príncipes Carlos, Guillermo y Jorge, de 8 años, según el diario The Mirror. En un momento en que se prepara la sucesión, ella “quiere que el mundo vea latir el corazón de su familia y el futuro de la monarquía”, asegura el periódico.

A menos que su salud frustre esos planes. “Si no vemos a la reina durante el jubileo, millones de personas se sentirán decepcionadas”, declaró a la AFP Arthur Edwards, que la ha fotografiado desde 1977 para el diario The Sun.

“Vienen a Londres por el concierto y la fiesta, pero lo que realmente quieren ver es a la reina”, concluye. AFP