Cientos de miles de residentes en Shanghái vieron cómo sus esperanzas se desvanecían este jueves cuando tuvieron que volver a confinarse nada más recuperar la libertad de movimiento, una situación que contrasta con el triunfalismo mostrado por los medios y las autoridades chinas.
A finales de marzo, tras convertirse en el epicentro del peor brote de covid-19 desde el inicio de la pandemia, las autoridades confinaron por zonas la metrópolis, de 25 millones de habitantes.
En las últimas semanas, el gobierno había relajado las restricciones y el miércoles, los residentes en áreas de bajo riesgo pudieron volver a salir.
Pero mientras muchos celebraban con fiestas y compras esa nueva libertad, otros tuvieron que permanecer nuevamente en casa el jueves por nuevos contagios.
Liu, una mujer de 29 años del distrito de Minhang, contó a la AFP que su urbanización volvió a estar confinada tras un caso sospechoso de covid en uno de los edificios.
En el chat de vecinos, los residentes lamentaban el encierro “interminable”, explicó. Otros esperaban frente a las puertas del complejo para que les entregaran sus ordenadores que habían dejado en la oficina el miércoles, el primer día de vuelta presencial al trabajo.
“Solo tuve un día feliz, ayer”, resume Liu, que prefiere no dar su apellido.
– Bajo un puente –
En el distrito central de Jing’an, las autoridades cerraron el portal de otra urbanización con cadenas. Los residentes se pelearon con los agentes, según un periodista de la AFP presente en el lugar.
Según el Ayuntamiento, más de 500.000 personas siguen sometidas a restricciones. Con cualquier nueva infección o caso sospechoso, las autoridades vuelven a aislar a las personas.
China es la única gran economía mundial que persiste en su estrategia “cero covid”. Bajo esta estrategia, los casos positivos son aislados. Y a veces, todos los habitantes de un edificio o urbanización tienen que cumplir la cuarentena.
Pero algunas personas están dispuestas a todo para eludir las normas.
Tras enterarse de que uno de sus empleados era un caso sospechoso, el propietario de un negocio lo escondió bajo un puente de carretera para que no lo vieran los servicios sanitarios, según informó el jueves la policía.
El jefe, que finalmente fue detenido, dijo que le “preocupaba que el negocio de la empresa se viera afectado” por la ausencia del empleado, según el comunicado.
Todas estas situaciones contrastan con la cobertura de los medios estatales, que difunden casi solo vídeos de fiestas, edificios iluminados y el regreso del tráfico en el centro de la urbe.
Nada más lejos de la realidad para Eva de 26 años, que tiene que cumplir un nuevo confinamiento de dos meses después de que las autoridades le avisaran el jueves por la mañana de casos sospechosos en la urbanización.
“Para empezar, esta apertura no me parecía real. Después de todo lo que pasamos los últimos dos meses, tenía mis sospechas”, dijo a la AFP.
AFP