Quedar para un café, intercambiar miradas, conocerse a través del amigo de un amigo; las estrategias para conquistar e iniciar una relación son tan diferentes como sus protagonistas. Hoy en día, al estar a la distancia de un like o un clic, prácticas tóxicas como el breadcrumbing nublan el panorama de quienes buscan el amor.
Por Clarín
En la actualidad, la palabra que denomina el fenómeno es conocida por terapeutas, investigadores y millones de usuarios que han vivido en carne propia los embates de esta práctica.
Así, aunque cercano al ghosting o al orbiting, los breadcrumbers o “dadores de migajas” mantienen una comunicación directa, pero intermitente, con la otra persona. Hacen esto con la frecuencia mínima para que su contraparte no pierda interés y responda, pero no desarrollan el diálogo lo suficiente como para que la relación avance. No tienen intenciones de hacerlo sino de obtener—fácil y rápidamente— la atención del otro.
¿Cómo detectar el breadcrumbing?
Si la persona que perpetra la práctica detenta una influencia sobre el otro y busca una recompensa inmediata, las primeras señales de alerta aparecen cuando se puede dibujar un patrón de conducta dentro o fuera de lo digital.
El comportamiento de un “breadcrumber” es inconsistente, una vez que obtuvo la atención total de la otra persona y se plantea un encuentro, desaparece por un tiempo.
¿Cuál es más dañino: el ghosting o el breadcrumbing?
Una de las conclusiones del trabajo precisó que, al ser esporádico, el breadcrumbing sería incluso más dañino que el radical efecto de ausencia del ghosting. La muestra contó con 626 personas de entre 18 y 40 años que informaron haber sufrido estas prácticas en los 12 meses previos a la recolección de datos.
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