Hasta hace una semana, la mayoría de las encuestas para definir quién será el próximo presidente de la República mostraban un empate técnico entre Rodolfo Hernández y Gustavo Petro. Esta incertidumbre por el resultado es el elemento que cierra una campaña incomparable en la vida democrática del país.
ARMANDO NEIRA // EL TIEMPO
Es la primera vez que arriban a la jornada decisiva dos candidatos a quienes los unen sus promesas de cambio y la condición de anti-establishment. De hecho, llegaron hasta aquí sin el apoyo de los partidos políticos tradicionales ni del uribismo, el movimiento liderado por el expresidente Álvaro Uribe, que marcó la agenda pública en lo que va del siglo.
El país pondrá ahora su destino en uno de ellos: Rodolfo Hernández Suárez (Piedecuesta, 26 de marzo de 1945), ingeniero civil y empresario. Gustavo Francisco Petro Urrego (Ciénaga de Oro, Córdoba, 19 de abril de 1960), economista y senador.
En caso de triunfar, Hernández rompería todos los moldes en el mundo moderno de la estrategia electoral. Se negó a hacer acuerdos con otras fuerzas políticas, realizó contadas salidas a la plaza pública, gastó lo mínimo en la campaña, usó intensamente las redes sociales y prefirió comunicarse con sus votantes desde su casa de Bucaramanga a través de lives con mensajes de lo que haría en un gobierno suyo, siempre con énfasis en su principal eslogan de campaña: “Acabar con la corrupción”.
En caso de ganar, Petro se convertirá en el primer jefe de Estado de izquierda electo en las urnas en la historia política de Colombia y en el primer desmovilizado en un acuerdo de paz en llegar a la Casa de Nariño, tras su militancia en la guerrilla del M-19.
Hora de consensos
La Constitución les concede un enorme poder a los presidentes. Sin embargo, la arquitectura del Estado los obliga a una relación con los poderes legislativo y judicial.
Eso hace que mañana mismo, el ganador deba empezar a buscar consensos para mantener su gobernabilidad. Para ambos, el desafío es enorme. De la sintonía con el Congreso depende que las nutridas propuestas que figuran en sus planes de gobierno se hagan realidad.
Una de las claves para lograrlo será establecer una relación armoniosa con los partidos políticos. El 7 de septiembre, según el Estatuto de la Oposición, las colectividades deberán fijar su posición frente al gobierno que se elija hoy. Las tres posibilidades son declararse de gobierno, independientes o de oposición.
Esta primera declaratoria dará luces de lo que vendrá. Hay expectativa por saber cuál será el comportamiento de las fuerzas políticas en el Congreso, donde también reina la incertidumbre por el resultado de hoy.
Para varios observadores, en este momento es incierta la orientación que tendrían la mayoría de las bancadas en caso de que gane Hernández. Los analistas atribuyen el éxito de su candidatura precisamente al tono empleado con los políticos. “El pueblo colombiano lo que quiere es realmente rescatar de las garras de los políticos toda la administración pública”, le dijo a The New York Times. “Yo encarno eso”.
A falta del escrutinio definitivo, que según el Consejo Nacional Electoral estaría listo a mediados de julio, Hernández cuenta con solo dos parlamentarios electos. Aunque cuenta, al menos sobre el papel, que varios de los partidos tradicionales lo apoyaron para esta segunda vuelta.
En caso de que gane Petro tendrá las bancadas del Pacto Histórico: en el Senado, 19 congresistas, y en la Cámara, 27. Él hace cuentas y suma a su favor a los electos de la Alianza Verde, de Comunes, ASI, Mais, Aico, Colombia Renaciente y a algunos congresistas del Partido Liberal. Así las cosas, en el papel podría tener asegurado el respaldo de al menos 32 senadores y 43 representantes a la Cámara, contando con los 16 escaños de las curules de paz.
Pero lo que es claro es que cualquiera que gane tendrá que tender puentes para intentar alcanzar una mayoría legislativa y de ello dependerá buena parte de su éxito. Y es que hay varios temas de primerísima importancia sobre la mesa. El primero, el Presupuesto General de la Nación, presentado por la administración saliente, pero sobre el cual el nuevo jefe de Estado tendría una clara injerencia. También los ajustes tributarios para financiar las promesas hechas hasta ayer. Y el trámite, en febrero, de su Plan de Desarrollo para establecer la hoja de ruta del cuatrienio.
Proteger la economía
No se trata solo de la mecánica legislativa, la inquietud principal pasa especialmente por el manejo que cada cual le dé a la economía. Y aquí el desafío principal para cualquiera de los dos que gane es mantener no solo la estabilidad económica y el buen clima de inversiones que viene registrando el país, sino también las proyecciones que aseguran que la economía de Colombia será la de mayor crecimiento este año entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde). El organismo mejoró su pronóstico de expansión del PIB del país, desde 5,5 hasta 6,1 %, la más alta del bloque.
“El que gane tendrá que construir un equipo económico serio, responsable, con visión internacional, que entienda que Colombia no está aislada del mundo, y que estamos en el año 2022 y no en el año 1922”, explicó a este diario el presidente de la Andi, Bruce Mac Master.
Una cosa son los cantos de sirena en campaña para conseguir votos y otra, la realidad. Y aquí tanto el juicio de realidad como la madurez política serán esenciales.
Además de la responsabilidad y cabeza fría que necesitará el ganador en el tema económico, también tendrá el reto de devolver la tranquilidad en la vida política.
Posiblemente por el enorme ruido y pugnacidad que hubo en las redes sociales, que es uno de los escenarios en donde ahora se libran las batallas políticas, gravita en el ambiente que esta ha sido la campaña más agresiva, insultante y despiadada de la historia democrática del país.
Para muchos, haber visto en nítidos videos a miembros del Pacto Histórico discutir estrategias para atacar y desacreditar a sus rivales no tiene precedentes; las advertencias del candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción de lo que hará con las leyes, tampoco.
Con semejantes heridas abiertas, el ganador deberá emplearse a fondo para sanarlas y sacar al país de una polarización que, de continuar, haría enorme daño al país.
“Recordando una de las frases de Abraham Lincoln: ‘Una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse’, Colombia necesita de la grandeza de sus líderes para generar la unidad que nos permitirá trabajar conjuntamente en los propósitos y necesidades de la Nación, superar la polarización, la confrontación y poner fin a la guerra sucia”, anotó María Claudia Lacouture, presidenta de la Alianza de 35 Asociaciones y Gremios.
Son, sin embargo, un buen síntoma los movimientos hacia adelante de cada uno de los dos aspirantes a la presidencia en los últimos días.
“Le propondré al contrincante Rodolfo que si su programa hace cada vez más el esfuerzo de acercarse al nuestro, como lo estamos viendo, que hagamos un gran acuerdo nacional”, dijo Petro. Ese “gran acuerdo nacional” implicaría “que el primer acto de gobierno, sea el de él o sea el mío, sea construir caminos de consenso hacia las reformas fundamentales que necesita Colombia para convivir en paz”.
“Si a las 6 de la tarde del domingo el pueblo colombiano decide otra cosa, respetamos el resultado, como tiene que ser, y apoyamos al nuevo presidente para que él, con sus políticas, dirija a los colombianos por el mejor camino, para que todos seamos más felices”, dijo, por su parte, Hernández.
Buena parte de las estrategias para ganar esta segunda vuelta se enfocaron en desprestigiar al otro. Esta noche, uno de los dos será el jefe del Estado y el otro, el líder de la oposición. Y, diferencias aparte, ambos tendrán que honrar el compromiso democrático de trabajar por el bien de todos los colombianos y en el marco de la Constitución.