Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Venezuela en el 2021 quedó con el 1,4% del gasto público en salud quedando por debajo de Haití que tuvo 5,2% y se ubicó como el país con la asignación monetaria más baja de América.
Personal de este sector lamenta a diario esta situación que se refleja en los centros asistenciales, los cuales no han contado con mantenimiento preventivo o correctivo, sumando la ausencia en adquisiciones de equipos y mejoras salariales para sus trabajadores. Especialistas denuncian “maquillajes” en infraestructuras y sin garantía de atención integral a la ciudadanía.
El dolor e impotencia reviste cada escenario y los expertos gritan a una sola voz acerca de este indicador que habla del poco interés del Estado en el desarrollo sostenible y que deja un largo trecho de diferencia, de esa importancia que debería tener el sector salud y la protección de la nación. Cotidianidad que viven en cada testimonio de la población de escasos recursos que necesita atención primaria, control integral, seguimiento en enfermedades virales y asistencia permanente en las patologías crónicas que luego de una forzada discapacidad terminan en la fatalidad.
Todo tan lejos de hospitales con infraestructuras óptimas y hasta condiciones apropiadas para el personal médico que termina migrando a lo privado o se marchan del país buscando mejores condiciones.
La vida queda en juego y más allá del discurso político, los pacientes sólo piden una atención integral que queda entredicho ante la lista de dificultades. “La OMS indica que cada país debería destinar a partir del 6% del Producto Interno Bruto (PIB) y si con ese promedio es medianamente aceptable, ¿qué se espera de apenas 1,4%?”, critica Huniades Urbina, secretario general de la Academia Nacional de Medicina, al calificar que es “prácticamente nulo ese gasto público para el país” y lo argumenta por conocer de ese promedio de 50% de camas inoperativas, el estimado de 80% de fallas en equipos para diagnósticos y los salarios más bajos para el personal.
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