El complejo habitacional Bicentenario de Punta Cardón, que está ubicado a escasos minutos de la refinería Cardón en el estado Falcón, nació tras la necesidad de soluciones habitacionales para los falconianos a través de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Sin embargo, han transcurrido más de 10 años del inicio de su construcción, y en la segunda etapa donde se construyeron 2.500 casas parece una ciudad fantasma.
Corresponsalía lapatilla.com
En este lugar se contemplaba la construcción de casi 5.000 viviendas. En la primera etapa se entregaron 2.000 casas a familias de diferentes sectores populares de Falcón, pero también a algunos que habían quedado sin techo tras la explosión de la refinería Amuay en el año 2012.
En esta primera etapa asignaron viviendas sin terminar a las familias, y muchas de estas decidieron agarrar su casa y terminarla por su cuenta. Debido a que se asignaron viviendas a personas de todos los sectores populares, sin un estudio socioeconómico ni de ningún tipo, Bicentenario se convirtió en el barrio más grande de la ciudad, y con ello creció la inseguridad y las penurias.
La segunda etapa, donde se construyeron 2.500 casas repartidas en manzanas de 10 viviendas, pasó lo mismo que en la primera: no fueron terminadas a tiempo y tampoco se les entregaron a sus dueños, lo que ocasionó una invasión que ameritó que todos los cuerpos de seguridad intervinieran para detener la ola invasora.
Invasores en acción
En el año 2017, las viviendas quedaron casi listas y fue cuando muchas familias sin hogar las invadieron y se encerraron dentro con sus hijos, pero fueron desalojados por las autoridades regionales alegando que estas casas ya tenían dueños.
Los años pasaron y nunca fueron entregadas a las personas que habían sido adjudicadas, lo que causó que cinco años después esta sea una ciudad fantasma que funge como guarida de antisociales y un vertedero de basura.
Las viviendas fueron desvalijadas, se llevaron puertas, ventanas, pocetas, lavamanos, techos, las tuberías de agua y el cableado eléctrico que ya estaba instalado. Ahora están tumbando las paredes para llevarse las vigas de metal que forman parte de las estructuras.
“Hubieran dejado a la gente que las invadió y esas casas hubiesen servido para alguien. Ahí están, ya eso no es habitable. Había casas que ya estaban hasta pintadas. Eso fue un gran engaño y un daño para la sociedad”, resaltó Marina Rojas, habitante de la zona.
De la segunda etapa también fue desvalijada la estación de gas doméstico por tuberías que ya estaba instalada, así como los postes para el alumbrado público que estaba listo para ser energizados.
Zona roja
Pese a ser un complejo habitacional relativamente nuevo, los índices delictivos son altos. De hecho, es catalogado como uno de los sectores más peligrosos de Falcón. Incluso, hay familias que abandonaron sus casas al sufrir robos, atracos y amenazas.
Es un lugar donde se han escondido líderes de banda. Se registran enfrentamientos armados, y las familias que quedan en el lugar, deben estar permanentemente en sus hogares para evitar que les roben todo. “Esto ha mejorado un poco, después que todo el mundo comenzó a irse de aquí. Sin embargo, las casas no quedan solas. Aquí han amarrado a familias completas para llevarles todo. Nadie sale y nadie entra después de las 9:00 de la noche “, dijo Agustín Medina, habitante de la primera etapa.
Este urbanismo prometía ser un modelo para el país. Era uno de los pocos que nació con gas por tuberías, pero hace más de un año que no funciona. Hay botes de aguas negras en las principales calles, el alumbrado público es deficiente y muchas obras quedaron a la espera, como la construcción de una escuela.
Las necesidades abundan en el lugar: el desempleo es uno de los más grandes problemas, sumados a los servicios básicos y la falta de conectividad. Los habitantes claman a los entes estatales por un cariñito para esta zona que actualmente alberga más de 1.500 familias.