La muerte esta semana de 53 migrantes en un tráiler en San Antonio (Texas) “era cosa de tiempo y puede repetirse”, asegura a Efe Jenn Budd, una ex oficial de la Patrulla Fronteriza de EE.UU. que ahora aboga por los inmigrantes y relata su drama en el libro “Against the Wall” (Contra el muro).
Después de pasar seis años como oficial migratoria, reconocer que era racista y denunciar amenazas de sus excompañeros por sacar a la luz pública irregularidades dentro de la institución, Budd recoge en el libro que presentó por estos días la desilusión de su carrera con el uniforme.
Cuenta entre otras su rechazo a la estrategia de la “disuasión”, que consiste en obligar al flujo migratorio a buscar las rutas más inhóspitas y peligrosas para ingresar a Estados Unidos.
“Muchos activistas y defensores de derechos de los migrantes veníamos advirtiendo que lo que sucedió en Texas podría pasar por el calor de este verano, el bloqueo a peticiones de asilo, por el Título 42, y el cierre de los puertos de entrada, lo que obliga a la gente a buscar rutas peligrosas”, se lamentó la ahora activista.
Budd se refiere a la vigencia del Título 42 que expulsa de forma inmediata a los inmigrantes en la frontera, activado por el expresidente Donald Trump, que se excusó en la pandemia para hacerlo como parte de una política de mano dura migratoria que sostuvo en sus cuatro años de gobierno.
La activista dice que mientras la Patrulla Fronteriza en Texas hizo un llamado para que los migrantes se abstengan de ponerse en manos de traficantes o coyotes, esa agencia “sabe que la estrategia de disuasión va a llevar irremediablemente a la muerte de algunas de las personas que cruzan”, principalmente en busca de asilo.
“Saben que a los migrantes, porque su necesidad de cruzar es grande, no los iba a detener el cierre de la frontera, ni Título 42, ni el calor, así que tanto para los agentes como para los defensores de derechos de los migrantes una tragedia como la de San Antonio era cosa de tiempo y por supuesto puede repetirse”, pues el verano apenas inicia, reitera.
Cuarenta y seis cadáveres de migrantes, en su mayoría de mexicanos, fueron hallados la noche del lunes en un tráiler abandonado donde estaban hacinados, sin aire acondicionado y sin ventilación.
Otros 7 de unos 16 que fueron hallados con vida han muerto hasta el momento en hospitales de Texas.
En “Against the Wall”, Budd reflexiona sobre sus años de patrullaje a lo largo de la región montañosa de Campo (California), al este de San Diego, donde a menudo perecen migrantes víctimas del clima extremo, algunos por insolación y otros por hipotermia o congelamiento.
LOS PROFESIONALES
Cuenta que en su servicio, en el que llegó a ser encargada de inteligencia, pasó de ser “una joven idealista que quería ser abogada de derechos civiles, a una recluta violada por un oficial de la Patrulla Fronteriza y luego una agente que vivió de primera mano la realidad en la frontera”.
“En Campo había que esperar unas tres horas a que llegaran a recoger a los migrantes detenidos, eran horas que yo platicaba con ellos, conocía sus historias, las razones por las que cruzaban la frontera pese a ese clima y terreno inhóspitos”, recuerda.
La ex agente recordó, como escribe en su libro, que a menudo los migrantes detenidos tenían títulos universitarios, varios con postgrado, muchos con dominio del idioma inglés, que huían de la violencia o de amenazas por haber revelado corrupción; muchos otros eran personas con claros argumentos para buscar asilo.
Budd dice que el título de su libro, cuya portada la muestra cerca de la valla fronteriza, se debe más al muro que encontró en su interior, el muro de la negación, de intentar inconscientemente de cerrar los ojos y el entendimiento a lo que veía como agente de la Patrulla Fronteriza, hasta que dejó el puesto en 2001.
“Salí porque me amenazaron de muerte porque intenté denunciar lo que pasaba en la Patrulla Fronteriza, y por enfrentar mi propio racismo, mi propia discriminación que me llevaba a ignorar lo que sucede”, reconoce.
Cuenta que la carga emocional fue tan grande que intentó quitarse la vida.
“Las estrategias de la Patrulla Fronteriza son racismo, les pueden llamar de otras formas, o decir que es la aplicación de la ley, pero en último caso es racismo”, dice Budd, quien a menudo hace trabajo voluntario para organizaciones como Al Otro Lado, en la frontera con México.
Sostiene que la Patrulla Fronteriza fue fundada por ex miembros del Ku Klux Klan e hijos de confederados estadounidenses, “y esa es la mentalidad que continúa hasta ahora”.
Sin embargo, comenta que lo peor de la política de control a la migración en la frontera comenzó hace unos 35 años, y después tomó forma con operaciones fronterizas, la construcción del primer muro y la política de disuasión.
Sin embargo, “definitivamente la peor etapa de la Patrulla Fronteriza comenzó con Donald Trump”, declara categóricamente.
EFE