Había ganas de Sanfermines ¡y qué ganas! Se lo decían los pamplonicas que se saludaban por la calle. «Por fin», «sí, por fin». En la Plaza Consistorial no cabía un alma y mareas de blanco y rojo llenaban las calles próximas del Casco Viejo de Pamplona. Llevaban el pañuelo rojo en la muñeca, aguardando con impaciencia ese mágico momento en el que el exfutbolista Juan Carlos Unzué, estandarte de la lucha contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) desde que en 2020 anunció que padecía la enfermedad, se ha asomado visiblemente emocionado al balcón del Ayuntamiento y desde su silla de ruedas ha prendido la mecha del Chupinazo, dando rienda suelta a 204 horas de fiesta ininterrumpida.
Por abc.es
No hay pamplonés que no se emocione al oír ese «¡Viva San Fermín!» que se grita en castellano y en euskera. Y más en este año. El Chupinazo rompía el dique levantado por el Covid en dos largos años de miedo, dolor y confinamiento, liberando la alegría de los miles de jóvenes y no tan jóvenes que brindaban ante el Ayuntamiento.
Ni el desapacible tiempo con que ha amanecido este 6 de julio, con fuertes chubascos, ha logrado contener estas ganas de diversión que ya se palpaban desde el día anterior. «Me encantan los Sanfermines por los encierros, la fiesta y por cómo la viven los españoles», decía Ryan Werts, un joven australiano que no ha dudado en recorrer más de 15.000 kilómetros para repetir por octava vez. Y su amigo Jack McDonald, que va por sus quintos Sanfermines, asentía con una gran sonrisa.
Integran un grupo de apenas veinte australianos, cuando hace años llegaron a venir a Pamplona hasta 800 de sus compatriotas por San Fermín. La presión de los animalistas contra las agencias de viaje y las medidas contra el Covid que se exigen en algunos países al regreso ha retraído la llegada de australianos, así como de estadounidenses y de asiáticos, que conformaban un grupo numeroso antes de la pandemia.
En estos Sanfermines son más los pamplonicas que se han quedado para disfrutar al menos de los primeros días de las fiestas, y españoles de otros puntos del país. Más de 150.000 personas está previsto que se desplacen a Pamplona durante las fiestas en autobús (130.000), tren (20.000) y en vuelos regulares (2.500), además de los particulares que lleguen en coche. La ocupación hotelera en la ciudad alcanza el 98%, según los datos de la Asociación de Hoteles de Pamplona.
«La grandeza de los sanfermines es que la fiesta está en la calle y la gente que viene de fuera se siente como uno de casa», decía a este periódico Unzué días antes del Chupinazo. En las calles de Pamplona este 6 de julio ese blanco y rojo que llevan grandes y pequeños, de aquí o de allá, no hace distinciones. Todos viven la fiesta. Todos son de casa.