Para nadie es un secreto, que al adquirir un producto de cualquier marca determinada, se espera del mismo resultados ya imaginados o una calidad intrínsecamente relacionada a la popularidad de esa marca, pero ¿Qué pasa cuando es totalmente lo opuesto?, ¿Cómo reaccionamos cuando el producto no llena nuestras expectativas? Y peor aún, ¿Cuál es el destino que le depara a ese producto y cómo afecta esto a la marca?
En el complejo mundo del Marketing, todos los recursos y herramientas se utilizan con un solo fin y éste es CONVENCER. Todas las técnicas que se han desarrollado van dirigidas precisamente a eso, pero si convences a los receptores en adquirir un producto y éste decepciona la ilusión creada en los consumidores motivados en obtenerlo será muy difícil que lo vuelvan a comprar y la marca indiscutiblemente sufrirá un gran daño qué para recuperarse de ello le será muy difícil, facilitando con ello las cosas a muchos competidores en ese nicho que han estado trabajando por una oportunidad y sus productos se posicionen en el mercado.
Dejando en claro que existen mecanismos para que una marca supere una situación como la aquí planteada, esta no es la idea que quiero desarrollar, ya que este artículo se refiere a marketing político, destacando que, aunque no se puede comparar con el marketing de empresas, muchas de las técnicas son similares y la finalidad es la misma, y no es otra más que CONVENCER.
Un político ejerciendo funciones de gobierno con un nombre ya relevante en la sociedad, un candidato dándose a conocer y quiera ganar una elección, o cualquier político conocido pensando en buscar una reelección, debe tener claro y más en estos tiempos, que su nombre es la marca y el producto es él, siendo por ello lo lógicamente aconsejable, que su discurso y su oferta esté bien diseñada para que luego a la hora de cumplir no se encuentre con que lo prometido es imposible, decepcionando así al electorado que confió en la marca, pero el producto era otra cosa distinta a lo publicitado y no puede llenar las expectativas generadas en torno a su programa electoral o de gestión, tampoco se puede dejar de lado, el riesgo latente al defender lo que promociona pueda ser rebatida su idea en algún debate o encuentro con la sociedad.
El elector ha mutado y lo ha hecho de forma acelerada en la últimas dos décadas; con ello también se ha transformado la forma de hacer política y el cómo ganar una elección; por ello, los expertos en marketing político estando conscientes de esta situación, se enfocan en desarrollar estrategias de campaña o de gestión, pensando siempre en que los programas o palabras del gobernante o candidato sean lo suficientemente pensados, analizados y desarrollados para que sean posibles o defendibles ante cualquier escenario, gracias a esto, ya un político que se le ocurra prometer un puente donde no hay un río es inimaginable, la información de la que hoy disponen las personas es cuantiosa y nutrida debido al internet y con ello las aplicaciones, redes sociales, streaming, páginas web, etc.
Aunque el ejemplo del político que promete un puente donde no hay ríos es una parábola, existen casos de políticos (sobre todo en América Latina) ya con un nombre conocido en sus localidades, regiones o países, que los vemos aparecer ante los distintos medios de comunicación hablando de planes y prometiendo resultados una y otra vez, pero que al pasar el tiempo nada de lo prometido se aplica o sencillamente no funciona generando descontento y con ello una caída en su popularidad cumpliéndose entonces el hecho cierto de que si el producto no es lo que se espera, la marca sufre estragos.
El marketing político coadyuva a elevar la política gracias a que los verdaderos expertos, en esta materia revisan con detalle qué tiene para ofrecer un candidato transformándolo en un excelente candidato y asesorándolo para que resalte entre los demás, debido a que por muy bueno que sea el político o tenga excelentes ideas, si no las transmite eficientemente, muy poca oportunidad tendrá de ponerlas en marcha pues será muy difícil que gane una elección.
Marca y producto, la marca es tu nombre, pero el producto eres tú, así que para tener éxito o mantenerlo siempre debe existir la seguridad en las masas electorales de que el político al decir algo lo va a cumplir, esto facilita la victoria y afortunadamente la gran mayoría de los líderes lo están comprendiendo.