Para muchos analistas la polarización en América Latina divide la política entre izquierdistas y derechistas. Esto francamente no tiene asidero alguno en la realidad. Porque salvo en Colombia donde izquierda y derecha cuentan con Gustavo Petro y Alvaro Uribe como sendos referentes quienes además de ser duchos en la política son educados y excelentes estrategas-, en el resto e América Latina la derecha carece de referentes. Y los lideres de esa persuasión política, salvo el caso de Lacalle Pou carecen de carisma, de visión de largo plazo y de habilidades para armar coaliciones.
La izquierda, por el contrario, ha desarrollado una narrativa que llega al corazón de los pueblos porque enseña una salida a la pobreza aun cuando sea falsa- y explica (ladinamente) las razones de la pobreza en lenguaje simple, directo y claro. Esta narrativa ha sido decantada en muchas décadas siguiendo lo consejos de Antonio Gramsci. En la derecha, en contraste, carece de una narrativa atractiva que centre los esfuerzos políticos en un solo punto de gravitación: la libertad y su capacidad para desatar el espíritu creador de los seres humanos creando así la via del desarrollo. De allí que la lucha por el poder hoy se de entre facciones de a la izquierda.
El relativo éxito político de la izquierda está a punto de fenecer gracias las destructivas gestiones de los regímenes de Venezuela; Nicaragua, Argentina; y México. En estas naciones la destrucción de riqueza, de empleos y en general de bienestar para los segmentos de menores ingresos de la población solo es comparable con l que ocurre como consecuencia de una guerra o un desastre natural.
Y los pueblos de e América Latina están presenciando esas catástrofes en vivo y en directo. Por ello se están activando los sistemas inmunológicos de la sociedad civil para apuntalar instituciones que pongan freno al ímpetu destructivo de una de las más peligrosas cepas del virus socialista. Este desarrollo lo estamos viendo a diario en Perú, donde la sociedad civil vigila todos los movimientos de Castillo. Lo vimos en Bolivia cuando el pueblo rechazo el intento de fraude de Evo Morales. En Chile se está haciendo presente en la inclinación de una mayoría silente a rechazar el adefesio constitucional que ira pronto a plebiscito y desde luego esta presente en Costa Rica donde el nuevo presidente debe respetar la división de poderes en sus planes de reforma.
En síntesis, pareciera que la destructiva obra de una de las cepas del socialismo latinoamericano tiene su Némesis. El vengador será la sociedad civil organizada más allá de los partidos políticos cuya responsabilidad en el predicamento regional es enorme. Porque los partidos políticos de izquierda han apoyado y continúan haciéndolo a lideres que padecen del síndrome de Daniel Ortega que representa la resurrección del caudillismo latino americano en el que el poder no es para sembrar libertar y prosperidad sino para enriquecerse personalmente; destruir a los adversarios y perpetuarse en poder para siempre. Pocos son los dirigentes de la izquierda latinoamericana que se hayan rebelado contra este mal para favorecer el síndrome de Joaquin Villalobos. El ex comandante del FMLN de El Salvador, negocio la paz con las fuerzas de derecha; estableció reglas del juego para alcanzar el desarme y la paz y se sometió a ellas. Fue el único dirigente de una agrupación guerrillera en admitir responsabilidad por violaciones de derechos humanos ante ls Comisión d la Verdad establecida en el Salvados como consecuencia de los acuerdos de paz que Villalobos había negociado. Una vez establecida la paz y agrupado su movimiento en un partido político, Villalobos se sometió al veredicto del Comisión de la Verdad, retirándose a la Universidad de Oxford y creando una ONG que lleva 30 años asesorando estados que quieren poner fin a un conflicto armado. Villalobos empuño las armas contra la injusticia poniendo en peligro su propia vida. ¿Y uno se pregunta cuantos de los actuales lideres de izquierda de América Latina han tenido esa valentía? Cuando llego a la conclusión que no era ese el camino prefirió dedicarse a construir la democracia. En las actuales circunstancias latinoamericanas solo la izquierda villalobista vera la luz del próximo siglo. Porque entiende que la libertad esta por encima de la justicia.
*Internacionalista. Maestría en Desarrollo Económico. Integrante del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos.