¿No es acaso el Marxismo un método bárbaro, un modo de pensar sombrío, de vivir amargo, de horadar en la crítica filosa, de silogismos totalitarios, absorbentes, qué demonizan la vida creativa, inteligente y aspiracional?
Gisela Catanzaro como antesala a la obra de Eduardo Grüner [Lo Sólido en el aire, El retorno de la crítica Marxista] comenta: «La intuición persistente en la obra de Grüner de que no hay marxismo sin intranquilidad del marxismo y sin un marxismo inquieto tiende a afianzarse el imaginario de una reconciliación que deja intacta la explotación, adquiere una nueva complejidad con el aborrecimiento de la revolución y en la circunstancia de una tendencial consolidación de la experiencia presentista» Esta cita de Catanzaro deja entrever aquiescencia por el pensamiento crítico del Marxismo, que el propio Grüner rescata y redime como «las reservas, mediaciones, intersecciones y aperturas donde no ve necesidad alguna de abandonar el marxismo» Y desafía: «Más bien al revés, sí veo la necesidad de seguir ahondando en él [Marxismo] buceando en sus faltas y sus fallas, usándolo, en el mejor sentido, para ejercer hasta donde nos sea posible aquella “crítica de todo lo existente…”
Vale debatir: ¿De qué van esas reservas, mediaciones y “aperturas” del pensamiento Marxista? ¿No es acaso el Marxismo un método bárbaro, un modo de pensar sombrío, de vivir amargo, de horadar en la crítica filosa, de silogismos totalitarios, absorbentes, qué demonizan la vida creativa, inteligente y aspiracional? No quiero pecar de ingenuo. Al igual que se le criticó a Mills, sabemos que no todo hombre libre por racional es bueno. ¿Pero quién es bueno para Marx? ¡Veamos, pensemos…críticamente!
¿El pensamiento crítico es acertado?
Los marxistas se mofan de “la utopía multiculturalista y las promesas de un capitalismo globalizado y libre de fricción”. Y lo dicen con piquete burlón. El capitalismo no es alternativa. Punto y raya.
No es poca cosa el verbo atrevido de Grüner: “Cuando el capital todavía podía ilusionarse con una auto-reforma que detuviera o retardara indefinidamente sus crisis y el anticapital todavía podía ilusionarse con crear algo diferente del capital aparece-según sentencia-la utopía multicultural con la que el capitalismo buscó relanzarse en las últimas décadas del siglo pasado…conformándose con vivir en una combinación abyecta de terror bélico generalizado, desaparición de facto de la democracia, dominación mundializada del capital financiero-especulativo; y parloteo alienante de los media, las virtualidades informáticas o las mal llamadas redes (a)sociales.”
Cambiando sólo la palabra capitalismo por marxismo, el párrafo se ajusta. Sin duda la dialéctica del pensamiento crítico propio de marxista es muy potente por poderosamente falaz y seductora. El sociometabolismo del comunismo es mucho más degradante que el capitalismo. La socialización cutánea de la vida, es azarosa, todo o nada y utilitaria de la cultura, la democracia y la libertad. En las venas de Marx está su tirria con la historia y el espíritu, antivalores que los rematan las cartas desde la cárcel Gramsci.
El marxista denosta de la riqueza. Dice que “el presentismo del capitalismo contemporáneo pierde, desconoce o escamotea a la cultura, la sociedad y la polis como políticas periódicamente requeridas de refundación”. ¿Y qué busca el marxismo crítico? Si algo ha escamoteado y castrado la dialéctica socialista es la cultura, la ciudadanía y la identidad. Han sido los regímenes refundados en ideales comunistas como la Unión Soviética, la Cuba de Fidel-que se apropió de la poesía de Martí-o la Venezuela de Chávez-que se adjudicó las épicas del libertador-las que enviaron la historia real a la alcantarilla.
Sigue la crítica de Grüner: “Ningún sistema anterior había logrado inscribirse tan indeleblemente en la gramática libidinal de los sujetos sociales, de modo que todos hoy, hablamos y pensamos en la lengua del capital». Entonces vemos como para un marxista la creación, el emprendimiento libre, es un sacrilegio libidinoso. Pensar en prosperidad, propiedad o bienestar individual, es un sainete flagelante; una suerte de pornografía política que segun afirman “corta los lazos sociales“. A partir de esta “lógica libidinal” el marxista construye etiquetas victimizadas, proletarias, explotadas; desechos humanos devenidos de un capitalismo decadente y codicioso. Y desatan todos los demonios y todos los odios…Como método de réplica y disolución es acertado, pero históricamente muy peligroso como discurso proveedor de violencia y conflicto. Nada edifica. Sólo cárcel, muerte, tortura y paredón.
El marxismo sí, es muy congruente en la revisión audaz del presente y de los fenómenos de su tiempo. Es sibilino y furtivo, pero subjetivizante y sensibilizador. Se oculta en la ética anticapital donde la solución es la aniquilación, el exterminio, la lógica de la guerra de todos, de “desatar” egoísmos [!madre mía!] ¿Es que no es una lógica infinitamente libidinal, obscena, sangrienta y trágica la del estado inquisidor de filosofías progresistas decimonónicas, justificado en lucha de clases, adoctrinamiento y ojeriza?
¿El fin de la historia y comienzo de cuál?
Es el sociometabolismo del comunismo-igualitario, abstracto y enemigo de la religión y la familia-se alimenta de un Marxismo de cuerpo crítico, agnóstico, de apariencia salvadora, alterna y redentora.
La argumentación de Grüner es rechazar toda acusación al marxismo como totalizante y desmentir en los hechos la representación satisfecha de un presente plural, dúctil y sin marxismo. Es “repensar lo político” desde una esfera de neo-dominación de las masas, a través de la dialéctica de la globalización y quiebre de un presentismo capitalista, que desdice del pasado épico, idealista y romántico. En ese proceso de victimización del explotado, del medio ambiente, de la raza; un discurso preso de la retórica, de la ideología de género, el ateísmo y el igualitarismo, el capitalismo es arrojado a lo que “ya fue” y debe desaparecer. Es la dialéctica de la confrontación, del rencor, de la prepotencia revolucionaria que ayer guillotinó a reyes y contrarrevolucionarios, donde la guerra fue la paz, la muerte fue la patria, y la vida y la libertad fue de aquellos que adoptaron la predicación laudatoria del hombre revolucionario, el anti-imperial, el fetiche del hombre permanente y nuevo, que es la oda a Marx, por crítico, barbudo y respondón.
El propio Güner concluye: “Sería preciso evitar la reedición de cualquier tipo de ilusión respecto a la omnipotencia de la reflexión teórica, hoy minada en sus condiciones de posibilidad, entre entre otras cosas, por la cruzada anti-intelectualista del capitalismo neoliberal” Curiosa la afirmación de Grüner, sobre todo-como dice mi hijo-cuando “la intelectualidad marxista” nunca viene acompañada de estadísticas [que la desmienten], y la capitalista que si, las exhibe con mucho fastidio…
Habrá que buscar el justo medio, al decir Confucio, porque parafraseando a Grüner, sin capitalismo inquieto, nos madrugan con marxismo puro y duro…
@ovierablanco.