Colin Pitchfork, el primer asesino atrapado por la identificación del ADN

Colin Pitchfork, el primer asesino atrapado por la identificación del ADN

Colin Pitchfolk asesinó a Lynda Mann y Dawn Ashworth (Imagen: Leicestershire Live)

 

En 1987 se pudo encontrar al autor de la violación y asesinato de dos jóvenes en un pueblo de Inglaterra, gracias al descubrimiento científico del genetista Alec Jeffreys y el trabajo del comisario David Baker.

El lunes 21 de noviembre de 1983, a la noche, Lynda Rosemarie Mann de quince años, salió de su casa en Enderby para visitar a su amiga Karen. Estuvo minutos en lo de su amiga y se fue porque, según dijo, debía visitar a su otra amiga, Caroline, cuya casa quedaba a quince minutos a pie, que era el medio de locomoción de Linda.





Por TN

Media hora después de la medianoche del martes 22 de noviembre, Kath y Eddie, los padres de Lynda, regresaron a su casa. Habían estado jugando a los dardos y bebiendo. Hallaron a su otra hija, Susan, muy preocupada porque Lynda no había regresado. Era un hecho inédito y por eso de inmediato salieron a buscarla. Su padrastro, Jim, fue por el camino de Black Pad, es decir hacia el oeste. No había señales de ella y a la una y media de la madrugada Eddie hizo la denuncia en la comisaría.

El 12 de agosto, es decir dos días después de la desaparición, un sábado, fue encontrado el cuerpo de Dawn Ashworth. Estaba en un campo junto a Ten Pound Lane, en Enderby, a poca distancia del sitio donde hacía tres años había sido asesinada Lynda Mann. El asesino buscó esconder el cuerpo entre el follaje. Apareció semidesnuda, reclinada sobre su lado izquierdo, en posición fetal. Tenía sangre en la entrepierna. La coincidencia fue unánime: el asesino de Lynda lo volvió a hacer. Era un hombre que conocía muy bien los tres pueblos y los caminos y cruces del lugar.

Al menos estas eran las alternativas que daban vuelta en la mente de Baker. Más no tenía hasta que llegó en su ayuda un forense del ministerio del Interior. Advirtió que además de la sangre en la nariz, la chica tenía lesiones en una mejilla derecha y en el seno del mismo lado. La habían violado y estrangulado. El patólogo encontró restos de semen sobre el vello púbico. Tomó una muestra y la conservó para analizarla luego.

Se decidió comparar ADN de las muestras de semen del asesino de Lynda y Dawn con todos los jóvenes que vivían en los tres pueblos, es decir 4500. Les sacarían sangre a todos. Se dispusieron dos locales en los que durante tres tardes a la semana, de 7 a 9, se obtendrían las muestras. Todos los varones, incluidos los policías, recibieron una carta con la fecha en la que debían presentarse. “La policía que investiga los asesinatos de dos adolescentes aplicando una nueva técnica científica”, informaba Los Angeles Times. “Algunos predicen que podría ser el avance más significativo en la resolución de delitos graves desde que se inventaron las huellas dactilares”.

Uno de los empleados, Ian Kelly, dijo alegremente que él había dado una muestra de su sangre pero haciéndose pasar por otro empleado, Colin que vivía en Littlethorpe. En el grupo había una empleada de la panadería a la cual ese comentario no le pareció gracioso. No quería perjudicar a nadie, pero creía que la Policía debía estar al tanto de ese tipo de argucias. Le contó lo que dijo ese Ian Kelly al hijo del dueño del bar Clarenton, que era policía. Los agentes supieron quién era Colin, ese que no había querido dar su sangre y que le pidió a Kelly que se hiciera pasar por él.

El sábado 19 de setiembre de 1987 detuvieron a Kelly y a Pitchfork. Cuando este abrió la puerta, el jefe Baker le dijo: “Como resultado de nuestras investigaciones concluimos que usted es el autor del asesinato de Dawn Amanda Ashworth cometido el 12 de julio de 1986. Sabemos que otra persona se sometió a la prueba de sangre en su lugar. Lo detengo por sospecha de asesinato”. Pitchfork respondió: “Deme unos momentos para hablar con mi mujer”. El policía le preguntó de golpe por el primer crimen: “¿Por qué a Lynda?”. Pitchfork se encogió de hombros. “La oportunidad. Ella estaba allí, yo estaba allí…”. Confesó delante de su esposa, Carole, que avanzó hacia él para pegarle, en un ataque de rabia, llanto, gritos, pero los policías la detuvieron. En la comisaría le tomaron una muestra de sangre y la enviaron al laboratorio de Jeffreys. Era la muestra número 4583 de las analizadas. Coincidía exactamente con las de los casos de Lynda, de 1983, y de Dawn. Colin confesó.