“Si él no estuviera corriendo, nosotros viviríamos cómodos. No seríamos millonarios, pero viviríamos más tranquilos”, confiesa el piloto bogotano.
Por infobae.com
Con 46 años, Juan Pablo Montoya no ve cercana la posibilidad de su retiro. El piloto colombiano que logró 30 podios en la Fórmula 1 es hoy una de las leyendas del circuito. Aquello ocurrió hace más de 10 años. Aún continúa viviendo a fondo la adrenalina de las carreras, y es que luego de toda una vida a bordo de un automóvil, y habiendo pasado por la NASCAR, Montoya no concibe otra forma de vivir sus días, a menos que se dedique a entrenar a su hijo.
Sebastián Montoya va demostrando que tiene condiciones y la idea de su padre es que consiga tener una carrera mucho más exitosa que la suya. En 2022, padre e hijo dieron un buen paso en este recorrido que recién inician juntos. Hacia marzo, en las 12 Horas de Sebring, su primera carrera codo a codo, estuvieron a punto de conseguir la victoria. Un choque con otro auto se los impidió. Recientemente, en las 6 Horas de Glen, la tormenta también les arrebató la corona. Muy cerca estuvieron de su primer título, lo que indica que, recién comenzando, los Montoya van con todo.
En entrevista con El Tiempo, Juan Pablo Montoya hace un balance de lo que fueron aquellas carreras y llega a la conclusión de que las condiciones estaban de su lado, pero la suerte no. Comenta sobre el crecimiento que ha tenido su hijo en el último tiempo y lo define como un piloto agresivo, muy parecido a él, en su mejor momento.
“Lo importante es el trabajo que él está haciendo, cómo va con el carro, cómo se mueve con autos de otra categoría y qué tal se comporta”, dice.
Además de las dos carreras que han hecho juntos, Juan Pablo y Sebastián tienen por delante las nuevas ediciones de Road America y Road Atlanta. Aproximadamente 10 horas. Si bien aún no es oficial, la idea es que tanto padre como hijo compitan.
Respecto al nivel de competencia, el expiloto de Williams Racing comenta que se siente bien y no piensa en el retiro. Su prioridad es su hijo, pero no planea dar un paso al costado en un tiempo cercano. Enfatiza que no importa mucho lo que pase con él, sino lo que se le pueda dar a Sebastián.
“La idea es contar con los patrocinios para que él siga escalando. Por ejemplo, una cosa muy buena de estar con Henrik es que a él le gusta mucho el pelado, así que nos ayuda con parte de suyo. Además, imagínese: Henrik me paga a mí por correr, que con eso cubrimos parte de lo de Sebastián, nos da la oportunidad de competir juntos y le da la experiencia”.
Si bien es muy joven aún, Sebastián Montoya no parece ya un “pelado”. Tanto en Sebring como en Glen, demostró que sus condiciones son las de un piloto con recorrido. Aún sin terminar el colegio, ya tiene la oportunidad de correr al lado de pilotos experimentados y con un recorrido que le permitirá aprender de quienes han sido los mejores durante un buen tiempo. Juan Pablo menciona que lo ideal es que entre a la universidad y estudie online para que no deje de lado el deporte. Estudiar ingeniería sería lo más apropiado, pues ese conocimiento podría ayudarle en las carreras. Al joven le gusta la idea. Quiere aprender para entender cómo funcionan las cosas.
“Yo era muy bueno para las matemáticas y la física en el colegio, eso me ha ayudado porque yo entiendo cómo funcionan los carros”, señala Juan Pablo. “En esa carrera en Glen, por ejemplo, el ingeniero era yo. A mí me tocó decidir qué se ponía, cómo se hacía y en qué momento. El tema es que cuando uno hace eso, toda la responsabilidad es propia y la presión en la cabeza es una mamera. Si el carro va mal…, ¡a quién me le voy a quejar si soy yo el que lo está haciendo! (risas). ¡Ahí no hay dónde esconderse!”, agrega en conversación con El Tiempo.
En la entrevista, le preguntan también por el curso económico de los pilotos tras su retiro, y le piden su opinión sobre los deportistas colombianos que no consiguen capitalizar todo el dinero que alguna vez ganaron.
”La mayoría de la gente recibe el primer cheque y se quiere comprar un Mercedes, una casa grande… y pues chévere, pero así no se puede. Yo cometí varios errores en mi momento, no le miento, pero por suerte estuve y sigo estando bien asesorado. Yo le soy franco, si Sebastián no estuviera corriendo, nosotros viviríamos cómodos. No seríamos millonarios, pero viviríamos más tranquilos”, dice.
Aclara que ha tenido que moverse bastante para conseguir fondos para su hijo. “Hacer inversiones, vueltas que han funcionado muy bien (…) se han hecho gestiones que han abierto muchas puertas”, agrega. Tanto Juan Pablo como Sebastián Montoya son conscientes de la situación. Se trata de estar concentrados, tener claro el objetivo, correr sin descanso, no decaer ante los obstáculos. El joven sabe que todo depende de sí mismo, más allá de contar con el apoyo de sus padres.
El camino que transitan es complejo, pero la disciplina que tengan es lo único que les permitirá llegar a buen destino. Habrá que ver si con el paso de los años, Sebastián Montoya consigue ser un referente para el deporte colombiano, como lo ha sido su padre, y un corredor de primer nivel en las distintas competiciones del mundo.