El estado de emergencia decretado este lunes en Sri Lanka por el presidente interino Ranil Wickremesinghe, pone un manto de incertidumbre sobre lo que se avecina en los próximos días a esta nación menguada por la escasez de combustible y productos básicos.
La medida de excepción fue tomada “en interés de la seguridad pública, la protección del orden público y el mantenimiento de suministros y servicios esenciales para la vida de la comunidad”, según una orden extraordinaria.
La provisión ha venido acompañada de un endurecimiento de las medidas de seguridad que custodian las instituciones públicas del país. El Parlamento esrilanqués amaneció hoy convertido en una fortaleza, justo un día antes de que los legisladores se reúnan para nominar a los candidatos a la Presidencia.
Con todos los accesos cerrados y centenares de miembros de las Fuerzas Armadas controlando todas las entradas, el complejo de edificios es una de las zonas más custodiadas de Colombo, a la que solo podrán acceder mañana martes los más de 200 representantes.
Este es el segundo estado de emergencia impuesto en la nación desde el pasado 8 de julio, cuando una protesta miles de personas asaltaron el palacio presidencial obligando a la huida depuesto jefe de Estado, Gotayaba Rajapaksa.
EL ESTADO DE INTIMIDACIÓN
A su vez, este es el segundo estado de excepción decretado por Wickremesinghe desde que asumió funciones hace menos de una semana y la medida tiene sobre todo un efecto psicológico en la población de la isla, especialmente para los manifestantes.
El movimiento civil que protagonizó el asalto al palacio presidencial el pasado 8 de julio mutó rápidamente después de que Rajapaksa, tras abandonar el país, dejará a Wickremesinghe para tomar el relevo.
Las consignas han pasado en cuestión de días de “Go home Gota” (vete a casa Gotabaya) a “Go home Ranil”, con el nuevo presidente interino como objetivo.
Wickremesinghe “solo quiere mantener el poder a como dé lugar, no quieren entregar el poder e irse, esa es una política simple y básica, no quieren irse”, dijo a Efe Prathiba, una de las manifestantes en la acampada del parque Galle, parte neurálgica del movimiento civil que impulsa las protestas.
“Todavía nos preguntamos qué está pasando, no sabemos qué va a pasar, pero pase lo que pase, no nos daremos por vencidos, lo haremos, aguantaremos”, agregó la manifestante.
Para Prathiba, el decreto de estado de emergencia es sobre todo un mensaje para la población, para “asustar a la gente, que deje de hacer lo que la gente está haciendo, que si quieren ir más allá, sepan que hay una barrera”, aseveró.
“El toque de queda y el estado de emergencia han perdido ya su significado, porque todo el tiempo usan esta intimidación, o tácticas de terror, despliegan a los militares para mostrar su fuerza, arrestan personas o las golpean, esto parece una demostración de miedo”, dijo a Efe por su parte Vasi, otra de las manifestantes.
Para los manifestantes, el movimiento del presidente interino desvela las intenciones de mantenerse en el poder, algo que podría materializarse en los próximos dos días si su nombre es nominado mañana en la Cámara y consigue el próximo día 20 el voto de la mayoría de los 225 representantes.
“Si la democracia funciona, no hay posibilidad para él (Wickremesinghe), pero si el poder y el dinero funcionan, puede que gane”, lamenta Prathiba.
Además de los puntos de acampada instalados por los manifestantes en el centro de la ciudad, y el movimiento militar alrededor de las instalaciones públicas, Colombo se mantiene en calma, solo unos pocos coches recorren las calles, y los pocos autobuses con combustibles pasan cada tanto abarrotados de pasajeros.
El presidente también se ha dirigido hoy a los manifestantes asegurando que el gobierno se comprometerá con aquellos que tengan “preocupaciones legítimas y se encontrarán soluciones para ellos” y también a los “elementos dentro de la sociedad que están tratando de perturbar la paz en el país”, quienes serán contenidos por las fuerzas de seguridad.
La actual crisis política de Sri Lanka es una consecuencia de la debacle económica de la nación, que vive en este momento la peor situación de su historia desde la independencia del Imperio británico en 1948.
Casi sin reservas, muy endeudada y afectada por una profunda escasez de productos básicos, esta nación de 22 millones de habitantes necesita con urgencia flujo de caja para la adquisición de combustible, alimentos y medicinas.
EFE