Guillermo De León Serrabi, un salvadoreño de 22 años detenido en el centro de detención del servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en Baker, Florida, asegura que ha perdido parte de la función auditiva en los dos oídos a causa de los golpes recibidos por los guardias en dos ocasiones.
La primera vez, explica, fue cuando rehusó hacerse la prueba del COVID-19 y lo esposaron con las manos en la espalda. Llegando a su celda, uno de los custodios lo empujó: “Estaba indefenso y pegué con mi cabeza en el toilet”, recuerda De León.
“Ya dentro de la celda empezó a golpearme, bofetada. Él me pegó más de tres golpes arriba de mi oreja, lo cual ocasionó que el oído lo perdí hasta el momento”. Tras la agresión que dice haber recibido, De León pidió ayuda médica. Sin embargo, ese mismo día lo transfirieron al centro de detención de ICE de Krome, también en Florida, con la intención, según denuncia, de deportarlo.
“Catorce días estuve botando fluido de mi oído derecho”, asegura, y añade que le dieron antibióticos. “Yo he pedido tomografías y no me quieren hacer nada de eso”, denuncia. Su caso es parte de una queja contra las prácticas en el centro de detención de ICE en Baker, Florida, que varias organizaciones pro inmigrante enviaron este jueves al Departamento de Seguridad Nacional.
Cuando lo trasladaron de regreso al centro de detención de Baker, lo recibieron con represalias, según dice: “Me pusieron a mí de regreso en una celda de segregación por 90 días”. Cuenta que en su celda de aislamiento rezaba en voz baja.
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