Digamos, hubo y hay nombres doblemente meritorios en el legítimo elenco de la Asamblea Nacional de 2015. Sin que significara desprecio alguno por los medios, hubo quienes jamás les pareció determinante deslumbrar con un titular de prensa, siendo lo más importante realizar el trabajo para superar esta ya larga dictadura.
La caraqueñísima diputada Nafir Morales fue siempre de una extraordinaria modestia, responsable con sus labores, sencilla y afable. En cada gesto y palabra traducía los más caros valores familiares que constituían el mejor aporte al esfuerzo político por lograr la libertad en Venezuela,
A la pastoreña la conocimos entre los ires y venires de la cámara, siempre dispuesta a apoyar en lo que fuese necesario. Y, por supuesto, numerosas veces tuvo que hacerle frente a las agresiones de un oficialismo que tomó por asalto la sede legislativa de acuerdo a sus antojos.
Valiente y firme, en medio de la agresión. Amable y bondadosa con el próximo necesitado que la requería, una de sus más marcadas características.
Todavía recordamos la última vez que coincidimos junto a Edwin Luzardo en y para una reunión de trabajo, cordial y optimista. Ya Nafir está en la Casa Eterna, siendo imborrable el recuerdo de la muy modesta parlamentaria que también se esforzó por el cambio histórico en Venezuela.