Los felinos suelen ser solitarios y territoriales, aunque los gatos domésticos pueden adaptarse a vivir con otros congéneres y en ello influyen tanto los niveles de ciertas hormonas como los microbios intestinales, señala una investigación que publica hoy Plos One.
Un estudio de la Universidad de Azabu (Japón) analizó la relación de los niveles hormonales y la microbiota con el comportamiento social de los gatos, para lo que estudió tres grupos de cinco gatos que vivían en un refugio.
El equipo observó el comportamiento de los animales, tomó datos de hormonas en su orina y recogieron heces para evaluar la mezcla de especies microbianas en la microbiota de los gatos.
El análisis estadístico señaló que los gatos con niveles altos de las hormonas cortisol y testosterona tenían menos contacto con otros y los que tenían la testosterona más elevada eran más propensos a intentar escapar.
Sin embargo, los felinos con niveles bajos de cortisol y testosterona eran más tolerantes en sus interacciones con otros gatos.
Además, en los gatos que tenían un contacto más frecuente entre sí encontraron vínculos entre el microbioma intestinal, el comportamiento social y los niveles de cortisol.
Los niveles de oxitocina, hormona asociada a los comportamientos sociales, reservaban una sorpresa para los investigadores, pues los animales que la tenían más elevada “no mostraron comportamientos de vinculación” descritos como socialmente afiliativos.
Esto sugiere que la oxitocina podría funcionar de forma diferente para los animales típicamente solitarios que viven en grupo frente a los que suelen vivir en compañía.
“Las bajas concentraciones de testosterona y cortisol en los gatos les permitieron compartir el espacio y vivir juntos, pero cuanto más alta es la oxitocina, menor es el comportamiento afiliativo con los demás y más solos están”, según el equipo.
EFE