MJ era una niña diminuta de cabello negro, de solo cinco años, cuando su padre admitió ante su obispo que la violaba.
Por Clarín
El padre, miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y adicto confeso a la pornografía, estaba en consejería con su obispo cuando reveló el abuso.
El obispo, que también era médico de familia, siguió la política de la iglesia y llamó a lo que los funcionarios de la congregación han denominado la “línea de ayuda” para recibir orientación.
Pero la llamada ofreció poca ayuda para MJ. Los abogados de la iglesia, ampliamente conocida como la iglesia mormona, que atienden la línea de ayuda las 24 horas del día, le dijeron al obispo John Herrod que no llamara a la policía ni a los funcionarios de bienestar infantil. En cambio, mantuvo el abuso en secreto.
“Dijeron: ‘No podés hacer absolutamente nada’”, dijo Herrod en una entrevista grabada con la policía.
Herrod siguió asesorando al padre de MJ, Paul Douglas Adams, durante un año más, y convocó a la esposa de Adams, Leizza Adams, con la esperanza de que la mujer hiciera algo para proteger a los hijos. No lo hizo.
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