Cuando hablamos de la moral, hablamos de juzgar sobre lo que está bien y lo que está mal. Estas nociones a su vez son el resultado de variables como la cultura, el lenguaje, la religión. Sin embargo, el laboratorio Liane Young de la Universidad de Boston, explora cómo las personas interpretan las acciones morales de los demás y las regiones del cerebro que subyacen a estos juicios. Así lo reseña la American Psychological Association en un artículo del 01 de junio de 2021, que puedes consultar en este enlace: www.apa.org/monitor/2021/06/lab-science-morality . Los estudios de su Directora Liane Young, en conjunto con el equipo que la acompaña, han dado cuenta de la influencia del lenguaje en los juicios morales, un ejemplo de ello es la influencia que se genera al resaltar en la narrativa a la víctima o al victimario, no es indiferente. Así mismo, las emociones, y la intensión del sujeto influyen en el juicio moral de la acción en sí. Las implicaciones de tales descubrimientos, y su aplicabilidad en la realidad no se han hecho esperar. De tal manera, que están trabajando para utilizar los descubrimientos en promover obras de activismo social y ambiental, apoyo a sentenciados que son en realidad inocentes del delito por el cual se les sentenció, entre otras.
¿Puede un tema hasta ahora perteneciente al reino de la filosofía y la religión convertirse en un tema de la ciencia?
Todo indica que sí. Al menos así lo sostiene Sam Harris (neuro científico estadounidense) en su participación en los famosos foros de TED, que puedes consultar aquí: https://www.youtube.com/watch?v=Hj9oB4zpHww , parafraseándolo: los valores humanos se desprenden de hechos, incluso si son ideas, provienen de hechos. De tal manera, que la ciencia, que basa su acción en los hechos, puede perfectamente abrirse camino hacia el estudio de los fenómenos asociados con la moral. Es más, no sólo es que puede; según Harris, es la ciencia la que brindará algunas respuestas indispensables para resolver ciertos dilemas con convergencias universales independientemente de la cultura en que se desarrollen. Esta polémica idea de convergencia universal, sólo es posible según Harris, si comprendemos los fenómenos asociados a la moral como hechos a ser estudiados por la ciencia, para generar un mundo mejor.
¿La verdad única o la uniformidad de criterios no empobrece a la humanidad?
Según Harris y de nuevo lo parafraseo, no necesariamente la convergencia significa uniformidad.
¿Qué tan importante para la humanidad es el estudio de la moral?
En palabras de Young: “Nuestra esperanza con este trabajo es que parte del conocimiento que adquirimos y las teorías que presentamos puedan aprovecharse para mejorar el razonamiento moral, la acción prosocial y las relaciones sociales”. Es decir, un mundo con un menor grado de conflictividad y mayor capacidad de negociación, de construcción de acuerdos para la colaboración mutua. Un mundo más feliz, en resumen. Es un objetivo trascendental el que se plantea.
Economía política, Ciencias de la Moral
Así se denomina uno de los departamentos de la Universidad de Arizona. Y es que la economía política es una rama de la economía, la cual trata sobre cómo deberían ser las relaciones económicas de la sociedad. Tiene un enfoque moral y no descriptivo de la realidad. Su naturaleza es normativa. Busca establecer valores como la equidad, por ejemplo. En otros casos la felicidad de la sociedad.
Sobre esto último, tenemos La idea de la felicidad pública. La discusión sobre la felicidad en algún momento se fusionó con la de “pubblica felicità”, que según señalan Sergio Volodia y Marcello Cremaschi, en su artículo científico titulado (traducido del inglés) “La Ilustración italiana y la rehabilitación de la filosofía moral y política”, que puedes consultar aquí https://www.researchgate.net/publication/341157634_The_Italian_Enlightenment_and_the_Rehabilitation_of_Moral_and_Political_Philosophy , “la frase que traduce el actual lema latino felicitas publica, no es sólo una traducción del aristotélico eudaimonía (felicidad según Aristóteles), y menos aún “precede” a la noción benthamita de felicidad como estado de mente donde el balance del placer sobre el dolor es positivo. La idea había sido lanzada por Muratori en 1749, inspirado en una frase formulada en la tradición imperial romana y renovada por la propaganda oficial del imperio austríaco. En Della pubblica felicità comienza con la afirmación de que “La sustancia de la felicidad que uno puede esperar en la tierra consiste en la tranquilidad de la mente y cuerpo” y añade que, aunque “principalmente creemos que la felicidad de los seres vivos consiste en la abundancia y disfrute de muchas cosas buenas, a las que llamamos riquezas, honores, posiciones de mando, placeres”, pero no se puede “llamar feliz a un corazón que es un semillero de continuos deseos, porque no se puede encontrar la verdadera felicidad donde hay inquietud, donde falta la paz mental”. Lo que debe buscar el buen gobernante es la “bienaventuranza pública”, que no significa una condición “en que todos deben ser o pueden ser llamados felices” sino “esa paz y tranquilidad que un príncipe o ministro sabio y amoroso, se esfuerza por hacer gozar a su pueblo tanto como puede”. Junto a la sabia acción del gobernante, otro factor necesario para garantizar la tranquilidad del ciudadano y la cooperación entre ellos es proporcionada por virtudes tales como justicia, armonía, caridad”.
¿Qué pasará con el dilema de la AI (Inteligencia Artificial) y el peligro que según científicos como el propio Stephen Hawkins representa para la humanidad?
El dilema en cuestión parece estarse resolviendo a fuerza del gran avance que ahora mismo muestra el crecimiento de la AI en los países desarrollados.
¿Se puede estudiar la moral de los políticos venezolanos en laboratorio Liane Young?
Sería muy interesante e intenso. Sin embargo, allá tienen a Donald Trump, y creo que con él les basta y les sobra.
¿Juanes es inmoral? Eso es trabajo para el laboratorio. Mientras tanto, coreo su hermosa canción “A Dios le pido” acompañando la voz de María Dolores Pradera cuya versión me encanta.
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