Iván Freites: El lagrimear de Amuay

Iván Freites: El lagrimear de Amuay

Se ve fuego en el área afectada después de una explosión en la refinería de petróleo de Amuay en punto Fijo en la península de Paraguaná el 25 de agosto de 2012. Una explosión destrozó la refinería de petróleo más grande de Venezuela el sábado, matando al menos a 26 personas, hiriendo a más de 50 y deteniendo las operaciones de la instalación en el peor accidente industrial de la nación de la OPEP en la memoria reciente. REUTERS/Héctor Silva

 

Se cumplen 10 años de la tragedia más grande de la industria petrolera nacional: la explosión de la refinería Amuay, el antes y después de PDVSA, la realidad de lo qué pasó y pasa en Venezuela.

Hoy Amuay refina crudo iraní.Hoy Amuay sólo procesa 130 mil barriles diarios de petróleo, apenas 20.1% de su capacidad instalada de 645 mil barriles diarios registrada en los reportes oficiales. Hoy en Amuay 4 plantas están en servicio, apenas 4% de las más de 65 plantas que operaba hace 23 años.

Ubicada en la península de Paraguaná, en el estado Falcón, Amuay, su vecina Cardón y la planta de asfalto Bajo Grande, integraban uno de los complejos refinadores más grandes del mundo. La refinería Cardón también ha sido objeto de la desidia, la indolencia y la desinversión de este gobierno que se instaló en el poder en 1999. Hoy Cardon procesa apenas 50 mil barriles diarios, 16.1% de su capacidad de diseño de 310 mil barriles diarios y solo tres plantas están en servicio. por su parte, la planta de asfalto de Bajo Grande, de 16.000 b/d, que ha estado fuera de servicio durante varios años.

La destrucción de la capacidad de refinación de Venezuela no fue al azar. Fue un plan plan internacional, con Cuba a la cabeza y en el cual participaron activamente los apatridas que se endilgaron el monopolio de la soberania.
Amuay no funciona al máximo de su capacidad desde agosto de 2012, hace diez años. La explosión mató 47 personas, trabajadores, vecinos, guardias nacionales. Los cuerpos de muchos de ellos nunca aparecieron, se desintegraron. La explosión también causó graves daños en la infraestructura de la refinería que nunca se ha restablecido del todo.

Por denunciar a quienes son responsables de este inmeso daño patrimonial, compañeros sindicales han sido secuestrados y sometidos a torturas por este régimen oprobioso, que garantiza la impunidad a sus sicarios.
Las familias de cientos de trabajadores han sido separadas por el exilio.

El daño ha sido inmenso. Nos arrebatarron nuestro futuro, el de nuestros hijos. Nos arruinaron como paìs.
El principal componente de Amuay, el recurso humano que aun se mantiene en las instalaciones, hoy mendiga alimentos y medicinas, mientras que se llenan de ilusiones con la reactivación de la refinería de Curazao, arrendada por PDVSA hasta 2019, en espera de oportunidades de trabajo.

Amuay añora sus portones, donde en las madrugadas, las tardes y las noches, habian autobuses repletos con trabajadores, con sus viandas, bragas,zapatos y cascos de seguridad. Amuay añora sus carteles de 1 millón de horas hombres sin accidentes incapacitantes. Amuay añora las cornetas de los buques petroleros celebrando récords de producción y de exportación. Amuay que llora su tragedia apenas en pie, nos exije luchar y enfrentar a los enemigos, los de afuera y los de adentro. Han sido 23 años de resistencia y combate. Amuay llora y grita !Vuelvan Caras!
Hoy somos millones los venezolanos que hemos mantenido una resistencia irreductible frente a la destrucción, con la férrea convicción de que vamos a expulsar a los enemigos de la patria. La lucha es por nuestra segunda independencia de los delincuentes disfrazados de revolucionarios y comunistas.

Donde estemos, dentro o fuera de Venezuela, vamos a unificar criterios, fuerzas y opiniones. No se trata de discutir por unos barriles mas o menos, por unos falsos postulados meritocraticos o por cargos ficticios o no. Debemos dejar de ser nuestros propios enemigos, y apartar de una vez por todas las diferencias que nos separan, porque nuestro objeivos es común, nuestro deseo de despertar de esta pesadilla es uno solo.

Desde el exilio le digo a mis compañeros, sigamos luchando y mantengamos la esperanza y la fe en Venezuela. Amuay llora y ese llanto hay que convertirlo en indignación popular, en rechazo a los invasores y tradores para que Venezuela vuelva a ser libre y próspera.

Iván Freites
Trabajador y dirigente sindical de la refinerías de Amuay y Cardon.

Exit mobile version