Dos ingenieros que fueron secuestrados cerca de Buenaventura, Valle, en Colombia, aprovecharon el desorden de los delincuentes para escapar. La historia vuelve a prender las alarmas sobre el fenómeno conocido como secuestro exprés.
Por SEMANA
Ambos profesionales se encontraban en Pereira, Risaralda, cuando fueron contactados telefónicamente el 14 de agosto por un sujeto que se identificó como Carlos Alberto Marín, que argumentó que requería de los servicios que prestaban los profesionales para contratar trabajos de construcción de unas bodegas en el puerto de Buenaventura, conforme informó la Fiscalía colombiana.
Según el comunicado de la Institución, el 18 de agosto, dos de las víctimas, que serían las responsables de coordinar los trabajos, viajaron al puerto y se dirigieron al parque del malecón, sitio donde se iban a encontrar con Carlos Marín, quien los contactó para las obras, cuatro días antes.
Posterior a ello, se encontraron con el presunto contratante, que los invitó a subir a una lancha para dirigirse a una isla, Punta Canoa, a 15 minutos del puerto bonaverense, donde se realizarían las obras de las bodegas de almacenaje.
Entre tanto, cuando los propietarios de la firma constructora se dirigían a tomar la lancha que los llevaría a la isla, fueron interceptados por cuatro hombres que, portando armas de fuego, los intimidaron y despojaron de tres teléfonos celulares, un computador portátil y dinero en efectivo.
De acuerdo con la investigación que realizó el ente acusador y el testimonio de los retenidos, Carlos Grabini Barreiro los ató con cuerdas y con uno de los celulares se comunicó con un familiar en Pereira, exigiendo el pago de 20.000.000 de pesos por su liberación. Como prueba de supervivencia, Grabini Barreiro envió una foto de los secuestrados atados de pies y manos y sus presuntos secuestradores apuntándoles con armas, por lo que las familias de ambos secuestrados se comprometieron a consignar el dinero para el 19 de agosto.
Luego de esto, las víctimas fueron trasladadas a una vivienda abandonada del barrio Sanyú, en donde fueron custodiadas por Wilson Andrés Solís, Juan Carlos Luna Bonilla y Maycol Stiven Peña Ríos.
Sin embargo, en cierto momento los secuestrados, que estaban bajo la vigilancia de los tres sujetos, al ver que sus captores consumían marihuana y se quedaron dormidos, aprovecharon y lograron liberarse de las cuerdas y se lanzaron al mar, llegando hasta el malecón en donde fueron recogidos por una patrulla de la Armada Nacional, que rondaba en la zona.
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