Colleen Stan tenía solo veinte años cuando el 19 de mayo de 1977, decidió viajar al norte de California para llegar al cumpleaños de su mejor amiga, dejando la casa de sus padres en el estado de Oregon.
Por: El Heraldo
Se detuvo a lado de la carretera, en medio de la flora y fauna, con el dedo pulgar levantado y a la espera de que un auto la llevara hacia su destino. Para su fortuna, una Mini Van azul se frenó. Una familia estaba dentro del vehículo. Un hombre de mediana edad, junto a su esposa y su pequeño bebé, quién reposaba en los brazos de la madre.
Constantes miradas indiscretas del hombre que conducía hicieron sentir nerviosa a Colleen, pero cuando se planteó la decisión de separarse de la familia mientras estaba en el baño de una gasolinera en la que se habían detenido, decidió seguir con ellos y no dejarse llevar por presentimientos.
De vuelta en el vehículo, la pareja, Cameron y Janice Hooker, comenzaron a hablar de unas cuevas de hielo que se hallaban más adelante de la carretera y les causaban interés. Colleen accedió a acompañarlos a ver las supuestas cuevas, y luego retomar el camino hacía el norte.
El carro abandonó la transitada carretera para adentrarse en un camino de tierra. Solo le tomó segundos a Colleen comenzar a arrepentirse de su decisión. De repente, el auto se detuvo y Janice se alejo con el bebé en brazos.
Asustada, Colleen sintió como un cuchillo acariciaba su garganta, sostenido por Cameron Hooker. Indefensa, tuvo que soportar que la mujer le colocará sobre la cabeza una caja con dos huecos a lados contrarios, con sus ojos vendados y manos levantadas.
La joven chica fue arrastrada de vuelta al auto, con la pesada caja en su cabeza, la cuál le impedía respirar casi por completo. Había sido secuestrada por la siniestra pareja, que ahora la llevaba a un sitio desconocido. Sus ahogados sollozos apenas podían escucharse puesto que la caja había sido construida para bloquear el ruido.
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