La alcaldesa de la capital colombiana, Claudia López, le pidió al Gobierno nacional y al nuevo embajador en Caracas pedir la colaboración del régimen de Nicolás Maduro para intervenir en la operación de la organización criminal.
Por infobae.com
Cuerpos desmembrados en bolsas de basura, personas torturadas y trituradas, enfrentamientos entre bandas criminales, asesinos que graban sus crímenes, violencia en las calles. Si de inseguridad hablamos, el último tiempo en Bogotá ha sido más que convulso. Desde que comenzaron a aparecer las bolsas negras con restos humanos, los investigadores han intentado dar con los responsables. Encontraron un patrón más que siniestro. Se repetía una y otra vez. Al buscar, dieron con que todos los culpables respondían a un llamado, como lobos salvajes alertados para atacar. ¿Quién los convoca? ¿Por qué?
Hace unos días se conoció que los responsables de estos crímenes pertenecen a una banda conocida como el ‘Tren de Aragua’, proveniente de Venezuela. Se sabe ya mucho de su estructura, que iniciaron al norte del país vecino hace casi 10 años, que surgieron de un sindicato de trabajadores que laboraban en las vías del tren que atraviesan el estado de Aragua, que no eran más que un grupo de delincuentes comunes llamados a causar estragos, que con el tiempo encontraron en el narcotráfico una forma de financiar sus actividades, que han ido extendiéndose con el tiempo y hoy tienen presencia en al menos cinco países.
Se sabe también sobre la persona que está al frente de todo, que si bien no fundó la banda, es a quien más se le respeta, al que se le hace caso. Uno pensaría que anda por ahí escondido dando órdenes a diestra y siniestra, que es algún tipo de capo barato que solo quiere causar terror y se pasea a sus anchas en medio de algún campamento subersivo o en una mansión camuflada de buen abolengo. Lo cierto es que se encuentra en prisión desde hace un tiempo, capturado por homicidio y otros delitos. ¿Su nombre? Es como el de un personaje de novela negra: Héctor Rusthenford Guerrero Flores.
¿Cómo empezó todo esto? Según las investigaciones de la policía venezolana, alias ‘Niño Guerrero’ no tenía más que 21 años cuando asesinó, en pleno día, a un policía en Aragua. Las actas de las autoridades describen que aquel 3 de septiembre de 2005, cuando todo empezó, eran cerca de la 1 p.m. Sin hacer sonido alguno, o pronunciar siquiera una palabra, Guerrero se acercó por la calle Darío Briceño, en el barrio 24 de junio del municipio Francisco Linares Alcántara, y abrió fuego contra un uniformado. ¿La víctima? El cabo segundo Oswaldo González, quien murió mientras su vérdugo escapaba del sitio.
Ese fue apenas el primer homicidio que le identificaron a ‘Niño Guerrero’. Antes ya había matado, en al menos dos ocasiones. A partir de ahí, todo fue en picada. Homicidio tras homicidio se hacía de una reputación que lo llevó a estar por encima de otros, a causarles miedo. Así fue que consiguió ponerse al frente del ‘Tren de Aragua’.
Un fallo emitido por las autoridades venezolanas en 2017, cuenta que el 19 de enero de 2010 recibieron la notificación de que Guerrero se encontraba frente a un bar, reunido con dos hombres, cómplices de sus crímenes, muy cerca de donde oficiales del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas se encontraban haciendo una investigación. En el documento quedó registrado que a bordo de un Jeep Cherokee de color gris, un hombre de alrededor de veintitantos años hablaba con otros dos y tenía en su poder una pistola Viking MO-446, una bolsa negra en la que llevaba 13 relojes, 270 miligramos de marihuana, instrumentos médicos, 4 cargadores de pistola y munición sin percutir. Tras la captura se registró que además llevaba consigo dinero de varios países, pesetas españolas, francos franceses, libras italianas, pesos chilenos y argentinos. Al interior del auto se encontró, en la guantera, una granada de mano.
Estando en prisión fue que adoptó su alias. Anduvo tras las rejas en la cárcel de Tocorón, al suroeste de Caracas, durante dos años, y escapó para seguir con lo suyo. ¿Qué era lo suyo? Matar, extorsionar, robar, mandar.
Según un informe de la Presidencia del Circuito Judicial Penal del Estado de Aragua, emitido en 2014, en la madrugada del 29 de agosto de 2012, ‘Niño Guerrero’ se fugó del centro penitenciario con ayuda del director del penal, quien recibió dinero para no oponerse a la operación, alrededor de 500.000 bolívares en efectivo. Se pudo comprobar después que el alcaide había recibido dos llamadas durante el 2 de septiembre de ese año, provenientes del celular que Guerrero tenía en su poder al momento de escapar.
Cerca de 9 meses más tarde, el 18 de mayo de 2013, ‘Niño Guerrero’ fue recapturado. Llevaba consigo una pistola Glock 9 milimetros y 9 balas sin percutir, además de una identificación falsa. De nuevo tras las rejas, en un jucio que se llevó a cabo en diciembre de 2016, Guerrero aceptó todos los cagos por los que se le acusaba, con el fin de conseguir una reducción en la pena. Fue condenado a 17 años y dos meses de prisión por delitos de homicidio, fuga de detenidos, falsificación de documentos, posesión de armas, usurpación de identidad y robo de vehículos.
Fue en este segundo periodo de detención cuando su papel al frente de la banda se hizo más importante. De no haber sido por la política de Hugo Chávez, que le dio control a los reos al interior de los penales, quizá la organización no se habría estructurado tanto. Tras las rejas, ‘Niño Guerrero’ hizo lo que quiso. Montó discoteca, piscina, restaurante, un pequeño zoológico, y amplió los límites del ‘Tren de Aragua’.
Héctor Guerrero tiene hoy 38 años y una mirada inexpresiva. Nació en Maracay, estado de Aragua, en 1983. Durante un tiempo se hizo pasar por comerciante para cometer sus delitos. En cuestión de tiempo se desató.
Hoy, las autoridades venezolanas han confirmado que Guerrero extendió la presencia de la banda a otros países como Brasil, Perú, Bolivia, Chile y Colombia. Al país cafetero llegaron vía Táchira, en la frontera, y poco a poco fueron ingresando a las zonas del centro del país. En Bogotá, la banda ya tiene un amplio control del microtráfico local de sustancias psicoactivas, especialmente en las localidades de Bosa, Patio Bonito, Mártires y Santa Fe.
El ‘Tren de Aragua’ opera en alianza con bandas locales y así dominan sus territorios. ‘Niño Guerrero’ da las órdenes desde Venezuela, pero cuenta con distintas cabezas en cada uno de los países para mantener el control, así como informantes e infiltrados en la policía.
En lo más profundo de Bogotá, la banda comenzó a hacer de las suyas desde hace varios meses. Sus integrantes reciben ordenes para acabar con la vida de miembros de otras organizaciones delictivas, a los que denominan como “prestados”. Exhiben sus crímenes, luego de haber torturado, triturado y embolsado a sus víctimas. Ese es su sello.
Las autoridades colombianas trabajan de la mano de la Interpol para capturar a los miembros que aún causan estragos en la capital. Dos de ellos ya han sido detenidos: Rafael Alfredo Brito, alias ‘Alfredito’, y Víctor Manuel Salazar, alias ‘Capi’.
Del que más se tiene información es de Alfredito. Tiene 24 años y llegó a Colombia con la orden directa de asesinar. No le importa mucho lo que hace, perdió a su esposa y a su hijo en Venezuela, asesinados, y desde entonces perdió el rumbo. En su tatuaje, según las investigaciones de la Fiscalía, lleva la frase “Solo Dios puede juzgarme”. Es uno de los miembros más importantes del brazo armado de la organización en Colombia. Aparece en varios de los videos que la banda exhibe con sus crímenes.