La enfermedad predispone a quien la sufre a padecer convulsiones recurrentes. Cuáles son las maniobras sencillas pero esenciales para evitar que la persona afectada sufra un daño mayor.
Por infobae.com
Del 5 al 10 de septiembre, la Liga Argentina contra la Epilepsia (LACE) celebra la Semana Nacional de la Epilepsia 2022 para informar sobre esta enfermedad que padecen unas 50 millones de personas en todo el mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) advierten que la epilepsia, en ocasiones conocida como trastorno de convulsiones, es un trastorno cerebral que se diagnostica a una persona cuando esta ha tenido dos o más convulsiones.
“Una convulsión es un cambio breve en la actividad normal del cerebro y es el principal signo de la epilepsia. Algunas convulsiones pueden parecer episodios catatónicos. Otras convulsiones pueden hacer que la persona se caiga, tiemble y no se dé cuenta de lo que sucede a su alrededor”, señala la agencia nacional de salud pública de los EEUU.
“En la Argentina, se estima que alrededor de 230.000 individuos tendrán en 2022 un diagnóstico de epilepsia”, puntualizó a Infobae la médica neuróloga María del Carmen García, presidenta de LACE y jefa de sección Epilepsia del Hospital Italiano de Buenos Aires, y señaló que, a pesar de la alta prevalencia, existen todavía falsas creencias con respecto a este trastorno, definido por los cuadros clínicos relacionados a una actividad anormal de las neuronas.
Además, la especialista indicó que en las situaciones de difícil control -llamadas epilepsias refractarias- hay nuevas alternativas terapéuticas que brindan resultados favorables. Y que, también, hay que tener en cuenta que existen diferentes tipos de crisis y que estas pueden presentar grados y frecuencias variables.
El cerebro es una estructura altamente compleja, compuesta por millones de células nerviosas llamadas neuronas. Generalmente, su actividad está organizada y posee mecanismos de autorregulación. Las neuronas son responsables de una amplia gama de funciones, incluyendo la conciencia, la generación y el reconocimiento de palabras, los movimientos y las posturas corporales.
Las crisis ocurren cuando el sistema eléctrico del cerebro deja de funcionar correctamente por un breve período de tiempo. En lugar de descargar la actividad eléctrica en forma auto controlada, las neuronas continúan descargando en forma anormal. Esta alteración puede ser causada por desórdenes propios del cerebro (causa intrínseca) o más raramente, por un factor externo como la falta temporaria de oxígeno o glucosa.
Ante la consulta de Infobae, García explicó: “Una crisis de epilepsia es un cuadro clínico que se produce por una descarga eléctrica anormal de las neuronas que puede manifestarse de diferentes formas dependiendo del lugar del cerebro donde se originan. La más conocida es la convulsión tonico-clónica generalizada, pero puede haber otros tipos como las crisis de ausencias, por ejemplo”.
Existen dos tipos fundamentales de crisis epilépticas: las generalizadas, donde las descargas afectan a ambos hemisferios, y las crisis focales, donde la descarga comienza en una zona particular del cerebro y que, en ocasiones, se propaga por el resto de la corteza.
En la mayor parte, las crisis aparecen de forma súbita e inesperada. Son breves, duran unos segundos o como mucho unos minutos.
Las más llamativas son las convulsiones (crisis tónico clónicas generalizadas) donde la persona pierde la conciencia, se pone rígida y comienza a sacudirse. Hay otro tipo de crisis que se reducen a una desconexión momentánea con el entorno que persiste por unos segundos, llamadas ausencias.
En las crisis focales la persona actúa como si estuviera despierta a medias o confusa, pueden tener movimientos automáticos, otro pueden tener solo movimientos bruscos como sacudidas localizados en un brazo o en una pierna, o bien pueden sentir por segundos un gusto diferente, o percibir un sonido inexistente, o ver las cosas con colores o formas diferentes, o déjà vu, etc.
Una crisis en una persona con epilepsia no es una emergencia médica, aunque así lo parezca. Termina espontáneamente después de unos minutos y las personas pueden continuar con sus actividades después de un período de descanso y recuperación. Entre las crisis la vida continúa de forma normal, activa y saludable.
Es importante saber que la mayoría de las personas con epilepsia, cuando sufren una crisis, por lo regular, se recuperan de manera espontánea, por lo que no es necesario llamar a un médico a menos que:
– La crisis dure más de 5 minutos.
– No existe certeza de que la persona ya era epiléptica.
– Si hay una recuperación lenta y se presenta una segunda crisis o se dificulta la respiración después de la convulsión.
– Si las mujeres están embarazadas y cuentan con identificación de alguna otra alteración o enfermedad importante.
– Si hay signos de daño en cualquier parte del cuerpo o en la cabeza.
– Si la persona tiene diabetes.
– Si la persona tiene fiebre alta.
Pero hay muchas cosas que sí se pueden hacer para ayudar a la persona que sufre una crisis epiléptica.
Primeros Auxilios en crisis generalizada (crisis tónico – clónico)
En caso de que una persona sufra una crisis epiléptica se recomienda lo siguiente:
– Mantenga la calma.
– Si la persona con epilepsia siente que la crisis es inminente, es posible que pueda ayudarlo a que no caiga al suelo.
– No trate de contener a la persona o sus movimientos.
– De ser posible tome el tiempo de la convulsión.
– Desaloje el área de objetos duros o peligrosos para evitar que la persona se golpee o dañe.
– Si la persona que sufre la crisis usa anteojos, quíteselos.
– Aflójele la ropa que lleve alrededor del cuello y la cabeza.
– Ponga a la persona de costado para facilitar la respiración y mantener las vías aéreas libres y que la saliva caiga de su boca.
– Ponga algo plano y suave bajo su cabeza.
– No trate de forzarle para abrir la boca, ni ponga ningún objeto duro, ya que podría ahogarse o hacerse daño.
– No intente dar respiración artificial, excepto que la persona dejara de respirar al término del crisis.
– Permanezca con la persona hasta que la crisis haya terminado naturalmente, asegurándose de que vuelva la conciencia. Muéstrese amigable.
– Cuando la persona recupere la conciencia y la crisis haya terminado, ayúdele a encontrar un lugar para descansar y recuperar su orientación.
– Ofrézcale llamar a un taxi, un amigo o algún pariente para que pueda volver a casa, si no es capaz de hacerlo por sí mismo.
Primeros auxilios en crisis no convulsivas
Con las crisis de ausencia no se necesita ayuda, ya que solamente consiste en una pérdida momentánea del sentido y las probabilidades de lastimarse son remotas. En las personas que padecen una crisis que produce estados de aturdimiento y comportamiento automático, lo mejor que se puede hacer es:
– Observar a la persona cuidadosamente y explicar a los demás lo que está sucediendo.
– Hablarle tranquilamente y en forma cordial a la persona.
– Alejar a la persona de cualquier peligro, sin presionarla.
– Permanecer con la persona hasta que recupere totalmente la conciencia y ofrecerle ayuda para regresar a casa.