Un nuevo cliente se contacta, expone una necesidad y pide un presupuesto para contratar un servicio. El prestador, entonces, se ve obligado a resolver rápido y bien una ecuación siempre compleja: cuánto cobrar por su trabajo.
Por: Clarín
Desde ingenieros, arquitectos y médicos hasta abogados, economistas, diseñadores, escritores, músicos, pintores y plomeros, todo tipo de especialistas que trabajan por cuenta propia se enfrentan a diario con los múltiples dilemas que esta cuestión presenta.
¿Qué precio fijarle por ejemplo a un proyecto determinado, a una capacitación, a un trabajo de consultoría o a una presentación artística?
¿En qué basarse para definir el monto pretendido? ¿Y cómo arribar a un valor que sea rentable para el freelancer, pero a la vez atractivo para quien lo contrata?
Además, ¿en qué medida conviene replicar los precios de la competencia o los que ya aceptaron clientes anteriores por trabajos similares? Y si la propuesta formulada recibe un rechazo, ¿cómo seguir?
Las errores habituales que llevan a la frustración
“Es muy frustrante para especialistas capacitados, que brindan servicios muy valiosos, percibir que no están cobrando lo que realmente vale su trabajo”, explica a Clarín Ariel Baños, economista y docente especializado en gestión de precios, fundador de la consultora Fijaciondeprecios.com y autor de libros como Los secretos de los precios y 50 lecciones de precios de la vida real.
Puedes leer la nota completa en Clarín