Al menos 92 personas murieron en Irán por la represión de las manifestaciones que estallaron hace dos semanas tras la muerte de Mahsa Amini, cuando estaba detenida por la policía de la moral, indicó este domingo la oenegé Iran Human Rights (IHR).
En Teherán, el presidente Ebrahim Raisi acusó de nuevo a los “enemigos” de Irán de “conspirar” para aislar el país, pero aseguró que “fracasaron” en su intento.
Amini, una kurda iraní de 22 años, murió el 16 de septiembre tras ser detenida por la policía de la moral, presuntamente por no llevar correctamente el velo tal y como exige el estricto código de vestimenta de las mujeres en la República Islámica.
Su muerte generó una ola de protestas, las más importantes en este país desde 2019.
Desde entonces, se han producido manifestaciones de solidaridad con las mujeres iraníes –algunas de ellas quemando sus velos en señal de protesta– en todo el mundo, especialmente el sábado, en más de 150 ciudades.
IHR contabilizó además 41 personas muertas en enfrentamientos el viernes en Zahedán, en el sureste de Irán, en una región fronteriza con Afganistán y Pakistán, citando fuentes locales, aunque no está claro hasta qué punto estos incidentes están relacionados con la muerte de Amini.
“La comunidad internacional tiene el deber de investigar y de impedir que otros crímenes sean cometidos por la República Islámica” de Irán, declaró Mahmud Amiry-Moghaddam, director de IHR, con sede en Noruega.
– “Aislar el país” –
IHR trata de evaluar el número de víctimas pese a los cortes de internet y los bloqueos de aplicaciones como WhatsApp o Instagram y otros servicios en línea en Irán.
Las autoridades iraníes, que rechazan cualquier implicación de la policía en la muerte de Amini, afirman que unas 60 personas, 10 de ellas miembros de las fuerzas de seguridad, han fallecido desde el 16 de septiembre.
Irán atribuye la responsabilidad de las manifestaciones a fuerzas exteriores que pretenden desestabilizar al país, en especial a su archienemigo, Estados Unidos, y sus aliados.
El presidente Raisi estimó el domingo que la “conspiración de los enemigos” del país había “fracasado”.
“Cuando la República Islámica estaba superando los problemas económicos para volverse más activa en la región y en el mundo, los enemigos entraron al juego con la intención de aislar al país, pero fracasaron en esta conspiración”, dijo según un comunicado de la presidencia.
El domingo, la prensa local informó que cinco Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico de Irán, murieron en los enfrentamientos de Zahedán.
Y en la ciudad santa chiita de Qom, al sur de Teherán, un paramilitar “apuñalado” en estos “recientes disturbios” sucumbió a sus heridas, según la agencia oficial Irna.
Zahedán, es la capital de la provincia de Sistán y Baluchistán, que ha sido a menudo escenario de enfrentamientos con rebeldes de la minoría baluchí, grupos extremistas musulmanes sunitas y bandas de traficantes de droga.
– “Crimen contra la humanidad” –
Un predicador musulmán sunita, Molavi Abdol Hamid, declaró que la comunidad estaba “encolerizada” tras la presunta violación de una adolescente de 15 años por un responsable de la policía en la provincia, en un mensaje publicado en la web del religioso la semana pasada.
“Los asesinatos de manifestantes en Irán, en particular en Zahedán, constituyen un crimen contra la humanidad”, declaró el director de IHR.
Estos disturbios tienen lugar cuando la República Islámica intenta relanzar el acuerdo nuclear concluido en 2015 con las grandes potencias para poner fin a las sanciones que asfixian a su economía y conllevan la congelación de miles de millones de dólares en el extranjero.
En una inhabitual concesión, Teherán autorizó a un ciudadano irano-estadounidense, detenido en Irán desde 2016, Baquer Namazi, de 85 años, a salir del país, y liberó a su hijo, Siamak Namazi, un empresario de 50 años detenido 2015, confirmó el sábado la ONU.
Tras esta liberación, Irán espera el desbloqueo de unos 7.000 millones de dólares de fondos congelados en el extranjero, informó un medio estatal el domingo.
AFP