Finlandia hace frontera con Rusia a lo largo de 1.340 kilómetros. Desde que Helsinki ratificara su ingreso en la OTAN, esa es también la frontera de la Alianza Atlántica. Y eso ha ocurrido porque el país de los mil lagos ha sido un objetivo habitual de las amenazas rusas desde que las tropas de Putin invadieran Ucrania.
Por 20Minutos
El Kremlin no ha dejado de sugerir al gobierno finés que su territorio podía correr la misma suerte que el país de Zelenski. La consecuencia de esas amenazas ha sido la histórica renuncia de Finlandia a su neutralidad. Hoy, junto a Suecia, es miembro de la OTAN.
Antes incluso de firmar su ingreso en la alianza, el parlamento finlandés aprobó en julio una ley para reforzar la protección de la frontera con Rusia. El texto incluía la posibilidad de instalar barreras y, en casos especiales, cerrar el acceso por esa vía a peticionarios de asilo. Finlandia entiende que una frontera sin vallas es una vulnerabilidad.
Por eso, la ley -aprobada por vía rápida- pretende evitar el uso de los refugiados como elemento de presión sobre la frontera finlandesa, como ya ocurrió en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. El gobierno bielorruso, aliado de Putin, atrajo a los migrantes de Oriente Medio a las fronteras de la UE en Polonia y Lituania, en aparente represalia contra las sanciones de la UE contra Minsk.
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