Poco a poco los días se alargan, se vuelven más templados y los gruesos abrigos se guardan en el closet. Entonces se activa el plan abdomen marcado para que pantalones, faldas, vestidos y hasta shorts se luzcan más. Dieta y ejercicio se asocian para lograr un abdomen plano y ejercitado.
Por La Nación
Que los abdominales se hacen en la cocina es una frase que suelen repetir los entrenadores físicos para poner énfasis en la dieta como elemento clave. Esto no le quita importancia a la actividad física en la obtención de un abdomen firme, sino que destaca el rol que juega la alimentación para bajar la adiposidad de esa zona, algo indispensable para que se vuelva visible el músculo trabajado.
“La actividad física, especialmente la ejercitación de abdominales, sirve para fortalecer el músculo. La parte aeróbica y todo ejercicio físico que tiende a bajar la grasa, disminuye la adiposidad abdominal. La panza chata existe cuando suceden dos cosas: no hay grasa abdominal y el músculo está fortalecido. Si se hacen abdominales, pero hay grasita en esa parte, los músculos no se van a ver”, relata la licenciada en nutrición Pamela Salvatori.
La práctica de actividad física es, entonces, fundamental para obtener una panza chata y marcada. Sin actividad física no se consigue la pérdida de grasa ni la mejora en la masa muscular.
En cuanto a la alimentación, la especialista recomienda disminuir el consumo de sal, no sólo como condimento, sino aquella que está presente en todos los productos salados, que generalmente son los industrializados, como los chacinados, productos de copetín, caldos y sopas industriales. “Todo lo que viene de la industria, en general, tiene sal como conservante. Se tiende entonces a preferir todo lo que es más natural o elaborado en casa porque tiene menos sodio”, explica Salvatori.
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