“No siento nada”: la escalofriante confesión del padre que mató a su propio hijo en Colombia

“No siento nada”: la escalofriante confesión del padre que mató a su propio hijo en Colombia

En un hotel de Melgar fue asesinado el pequeño de solo 5 años. Las pruebas contra su papá no dejan duda y recibirá una pena cercana a los 50 años. – Foto: guillermo torres-semana

 

“Lo asfixié con la almohada de la habitación y tuve que usar todo el peso de mi cuerpo, porque el niño intentó defenderse”, dijo Gabriel Enrique González al confesar frente a los investigadores de qué forma asesinó a su propio hijo. El homicidio ocurrió en un hotel de Melgar, Tolima, en un aberrante acto de venganza en contra de su exesposa, madre del pequeño Gabriel Esteban, quien se negaba a regresar con él.

Por Semana

En el relato que conoció SEMANA, el asesino dejó en claro que el crimen lo tenía fríamente calculado. Dijo que recogió al niño en la casa de su exesposa, en el sur de Bogotá, y salió con destino a Melgar hacia el hotel que escogió como sede de su brutal venganza. La descripción es estremecedora. Los detalles aterran no solo por lo macabro del mismo crimen, ya inexplicable, sino por la tranquilidad de su perturbador testimonio.

González les dijo a los funcionarios, encargados de vigilarlo luego de su captura, que llevaba semanas planeando la venganza. Tenía claro que sería un fin de semana, el espacio de tiempo que irónicamente las autoridades le dieron para visitar al niño. Grabó un video con su celular, lo descargó en un computador y lo guardó en una USB.

“Antes de llevarme el niño, me metí al baño de la casa de Consuelo y dejé la USB con el video, escondida para que no lo encontrara tan fácil. En ese video le decía que iba a matar al niño y luego me suicidaría”, señaló el asesino a sus custodios.

El crimen fue planeado en detalle y con varios días de anticipación. – Foto:

 

Enfatizó el momento exacto cuando llamó a su exesposa: 3:50 de la madrugada del lunes 5 de septiembre. Le pidió buscar la USB en un punto específico del baño. “La llamé y le dije que buscara, que le advertí y no hizo caso, ahora ella también sería responsable”.

En este crudo relato, en poder de SEMANA, el asesino no se guardó nada. Dijo por qué se vengaba y hasta se ufanó de cumplir su miserable objetivo. Quienes lo escucharon divagaban entre la rabia y la obligación de su trabajo de garantizar la seguridad al asesino de un niño, a quien veían a través de los ojos de sus propios hijos.

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