La difunta monarca Isabel II era icónica, entre otras cosas, porque su vestuario no solía cambiar demasiado de forma en los últimos años, aunque sí de color. De hecho, a dichos atuendos había que añadir ciertas joyas por las que sentía predilección la soberana y que han heredado distintos miembros de la familia real británica.
Por 20minutos.es
Pero había en dicho joyero una pieza muy precisada por quienes la conocieron dado que simbolizaba y atesoraba gran parte de la importancia de ese look tan inconfundible de la soberana: el collar de perlas de tres vueltas, que le acompañó en tantos actos y eventos y que ahora ha pasado a su única hija, la princesa Ana.
La hermana del rey Carlos III apostó muy fuerte con quedarse con dicho collar al ser una joya que su madre usó casi a diario desde el inicio de su reinado, sobre todo porque el primero de ellos fue un regalo de su padre cuando tenía 21 años y, por ejemplo, lo lució en su primer discurso navideño televisado.
La princesa Ana no solo se ha quedado la preciada presea sino que, además, ya la va luciendo orgullosamente en homenaje continuo a su madre. Recientemente la princesa, de 72 años, ha realizado una visita a Nueva York, donde las cámaras estaban esperándola desde el aeropuerto, quedando constancia de que apenas si se separa del collar.
La única hija de la fallecida monarca acudió a una cena y velada organizada por la Unión de Habla Inglesa de la Commonwealth, de la que es presidenta, y la Gordonstoun American Foundation, y allí se le pudo ver el collar al cuello, que ella decidió combinar, como más de una vez hizo su madre, con unos pendientes a juego también de perlas.
Este homenaje a su madre, con toda probabilidad, lo seguirá repitiendo en los distintos actos a los que acuda dado el gran nivel de complicidad que tenían madre e hija. Isabel II, además, no solo tenía un único collar, sino que llegó a encargar uno idéntico al que ella ya tenía y hace muchos años el emir de Catar le regaló otro collar de perlas de tres vueltas, con la diferencia de que el broche era de diamantes.