Los llamados al optimismo no logran disipar la atmosfera generalizada de incertidumbre en el país, la impresión que se recoge en la calle es que país está de mal en peor pareciera que cada día nos hundimos más en el desconcierto y la desesperación
Los especuladores actúan impunemente. El colapso definitivo de los servicios públicos más elementales, las lluvias hacen estragos se expande y agrava por todo el país una tragedia nacional, lo que sería una bendición con la llegada de las lluvias estas se convierten en una catástrofe, la inflación sube veloz los precios de las medicinas y de los alimentos llegando una crisis humanitaria jamás visto.
Al mismo tiempo factores del poder “bolivariano” presionan y pujan con desenfreno y ayudan como vientos fuertes huracanados a arriar las velas del fracaso definitivo de una “revolución “de una epopeya falsa.
Nos encontramos atrapados en un pozo sin fondo sin planes concretos y claros que rompan el fiasco monumental de las políticas estatistas regulatorias de la economía.
Estamos en una dramática emergencia que se ha enquistado y de donde no terminamos de salir y se quiere gobernar como si viviéramos en una situación de absoluta normalidad.
La dispersión y la anarquía solo ahondaran aún más el colapso que como país estamos viviendo.
Los nuevos escenarios que consagran el carácter totalitario y antidemocrático se manifiestan en los anuncios del régimen, menos del ente electoral sobre la fecha de los comicios , lo que presagia unas elecciones viciadas que profundizara aún más la el abismo entre los partidos y la realidad nacional.
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