Era una fresca tarde de 1987 cuando ‘Gabby’ decidió mudarse de Thermopolis, Wyoming. Como si de su vida se tratara, misteriosamente salió casi que corriendo a un destino desconocido. En eso, le dejó a un viejo conocido un gran baúl con candado para que lo cuidara mientras conseguía donde quedarse.
Por El Tiempo
Cinco años después, en 1992, Newell Sessions, el militar veterano que recibió el baúl, decidió que era hora de abrir aquel paquete que su vecino le había encargado pero que a la final había terminado abandonado.
Con mucho cuidado, tomó un soplete y cortó el candado, sin tener la menor idea de lo que le esperaría. En él encontró un esqueleto humano envuelto en un pedazo de plástico, un cinturón y una bolsa de supermercado podrida.
Sin dudarlo mucho, le contó a su esposa, quien le dijo que debía llamar a las autoridades lo antes posible. Y dicho y hecho, minutos después, el alguacil del condado de Hot Springs, John Lumley, estaba en la escena donde se habían encontrado los restos de una persona sin identificar.
Después de interrogar brevemente a Sessions, Lumley tomó el baúl y, junto a los restos, llevó toda la evidencia al Laboratorio Criminalístico del Estado de Wyoming.
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