Millones de filipinos acudieron este martes a los cementerios para honrar a sus fallecidos con motivo del Día de Todos los Santos, que vuelve a celebrarse tras dos años de prohibición debido a la pandemia de la covid-19.
Muchos filipinos acudieron a las iglesias para rezar por las almas de sus muertos y también compraron flores, velas y comida para visitar sus tumbas en los camposantos a pesar de la lluvia que cae hoy en gran parte del país.
Este día se celebra en Filipinas en un ambiente familiar y festivo, con familias pasando buena parte del día (a veces desde la noche anterior) junto a la tumba de sus difuntos, incluso cantando karaoke o haciéndose selfis en los cementerios.
En la superpoblada Manila, miles de familias honraron a sus seres queridos en el cementerio de Marikina, donde los nichos pintados de colores están ordenados unos sobre otros en bloques separados por intrincados pasillos.
Filipinas, que es la única nación de mayoría católica en Asia junto con Timor, es considerado el segundo país que más celebra el “Día de los Muertos” después de México.
El Día de todos los Santos es conocido en Filipinas como “Undas”, una palabra tagala que procede del español “honrar”, o Día de los Muertos, que para algunos también incluye al Día de los Fieles Difuntos que tiene lugar el 2 de noviembre.
“En el Día de Todos los Santos, el Senado de Filipinas honra a todos los que dedicaron sus vidas al servicio de Dios. Sirva de recordatorio para que los filipinos sigan su ejemplo de fe, devoción y amor”, indicó en Twitter la Cámara alta del país.
La peregrinación a los camposantos está fuertemente vigilada por un amplio despliegue policial con más de 192.000 agentes de guardia que custodian los 4.768 cementerios públicos, en uno de los días más simbólicos en el calendario festivo del país, junto con la Navidad y la Semana Santa.
“La pandemia nos ha forzado a entendernos con la muerte (…) nos ha enseñado a contar nuestros días y a valorar nuestro tiempo en la tierra”, dijo ayer el presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos Jr., en una rueda de prensa con medios locales en la que animó a los filipinos a visitar los cementerios.
Simultáneamente, y como reflejo del mestizaje cultural de la sociedad filipina tras siglos de colonizaciones foráneas, Halloween, la fiesta de tradición anglosajona, también se celebra cada vez más el 31 de octubre.
Aunque tiene raíces paganas, el nombre Halloween es una contracción de “All Hallosws’ eve”, que significa en español “víspera de Todos los Santos”.
Tiendas, centros comerciales y locales de toda índole están desde hace varios días repletos de juguetes, telas de araña y caretas de monstruos conmemorando Halloween, mientras los supermercados se apresuran a vender calabazas de gran tamaño.
Los niños, disfrazados de fantasmas, monstruos o sus personajes favoritos, salieron en busca de caramelos mediante la estrategia del “truco o trato”. EFE