Apenas se confirmó la noticia de la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones presidenciales en Brasil, en un apretado ‘votofinish’ con Jair Bolsonaro, distintos líderes políticos en todo el mundo se han pronunciado para manifestar su inconformidad o su beneplácito por el regreso al poder del líder del Partido de los Trabajadores, quien otrora ya había ocupado ese cargo por dos periodos, entre 2003 y 201
Por semana.com
Una de las reacciones más esperadas era la del expresidente Álvaro Uribe, una de las figuras de derecha con mayor peso en la política colombiana.
En un mensaje publicado en su cuenta de Twitter, Uribe aseguró que una de las claves para la victoria de Lula fueron los pobres y no la izquierda democrática, como se había dicho de parte de algunos analistas.
“En el resultado de Brasil incidieron los pobres, no la izquierda ideológica”, apuntó Uribe.
Sin embargo, el exmandatario también le mandó un contundente mensaje al nuevo presidente brasileño.
“Ojalá el presidente Lula no apoyé como en el pasado a los gobiernos antidemocráticos, castrochavistas, a los violentos y a sus secuaces financiados por la corrupción de Odebrecht”, indicó Uribe.
Otra de las figuras que envió un duro mensaje tras la victoria de Lula fue la senadora María Fernanda Cabal.
“Solidaridad con los brasileños que creen en la libertad. Hoy no ha perdido Bolsonaro, sino todo el país. Dios cuide a Latinoamérica y nos permita retomar el rumbo”, fue el sentido mensaje que envió la senadora del Centro Democrático desde su cuenta de Twitter.
Desde un principio, Cabal se había mostrado en contra de Lula da Silva. Incluso, pocas horas antes de las votaciones lo acusó de ser “un comunista santero disfrazado de creyente, el comunismo es ateo por naturaleza”.
La victoria de Lula representa, además, un duro golpe para la derecha colombiana si se tiene en cuenta que el nuevo mandatario brasileño es uno de los principales aliados del presidente Gustavo Petro.
¿Quién es Lula?
Luiz Inácio Lula da Silva regresa al Palacio Presidencial de la Alvorada, con 76 años, para liderar su tercer presidencial en Brasil, dejando atrás una de las más polarizadas campañas presidenciales en las que venció este domingo 30 de octubre a Jair Bolsonaro, actual presidente y un nacionalista de derecha.
La foto se repite justo después de 20 años, cuando Lula se convirtió por primera vez en el mandatario de los brasileños. El epílogo de una larga carrera política que había comenzado a finales de los años setenta, cuando, siendo un combativo líder sindical del sector metalúrgico, agitó una de las mayores huelgas obreras del país.
Pocos creían que Lula da Silva podría acariciar siquiera el sueño de convertirse de nuevo en presidente del gigante suramericano.
El líder de izquierda hizo campaña con el desgaste a cuestas de un proceso judicial por corrupción en el sonado caso Lava Jato, en el que fue acusado de corrupción pasiva y lavado de dinero, que lo tuvo en la cárcel durante año y medio y le costó su candidatura en 2018.
A ese desgaste se sumaron también los sucesivos escándalos de corrupción que se destaparon en su gestión –el más mediático, relacionado con la supuesta entrega de sobornos de la multinacional Odebrecht, entre ellos un apartamento, a cambio de contratos públicos– y en la de su sucesora, Dilma Rousseff.
Sin embargo, Lula se sobrepuso a todos estos escándalos, e incluso a la muerte de su esposa, Marisa Leticia, en febrero de 2017.