Alain Delon cumple 87 años: el hombre más lindo del mundo que llegó al cine casi por casualidad

Alain Delon cumple 87 años: el hombre más lindo del mundo que llegó al cine casi por casualidad

“Si no hubiera sido actor estaría muerto. El cine era mi destino”, reconoció en 2017 en la revista Paris Match (dpa picture alliance/Alamy Live News)

 

Alain Delon irradiaba una belleza insolente que atrajo a espectadores, directores y mujeres -muchas mujeres- en casi 100 películas. Alejado de los focos con un silencio mediático que rompe de forma puntual en las redes sociales, cumple 87 años este martes 8 de noviembre.

Por infobae.com





Cuando hizo su última aparición pública en las exequias de Jean-Paul Belmondo, su hijo Anthony fue quien estaba a su lado. Antes de darle el último adiós a su amigo, Delon había dicho: “Estoy completamente devastado. Trataré de aguantar allí para no hacer lo mismo en las próximas cinco horas. Ojo, no estaría mal que nos fuésemos los dos juntos…”.

En la ceremonia, en la iglesia de Saint-Germain-des-Prés, se abrazó llorando al ataúd, y el mundo lloró con él. “Jean (Gabin), Lino (Ventura), Romy (Schneider)… Todos están muertos”.

Su última visita a Cannes

Antes, en el 2019 había participado del Festival de Cannes. Su recibimiento de entonces puso en evidencia las diferentes aristas de la persona y el personaje, tan venerado por el séptimo arte como criticado por asociaciones feministas debido a declaraciones y comportamientos tachados de homófobos y misóginos.

“Nadie está obligado a estar de acuerdo conmigo, pero hay una cosa en el mundo de la que estoy seguro y orgulloso, una sola cosa, y es mi carrera”, dijo al recoger ese reconocimiento que le entregó, entre ovaciones, su hija Anouchka.

En Cannes comenzó de hecho su leyenda. Fue allí por primera vez en 1956, invitado por una de sus muchas conquistas, y pese a que todavía no había rodado ninguna película su físico y descaro no tardaron en darlo a conocer y en facilitarle el salir de esa edición con una buena agenda de contactos.

“Si no hubiera sido actor estaría muerto. El cine era mi destino”, reconoció en 2017 en la revista Paris Match el intérprete. “Soy actor por accidente”, solía decir Delon, que era hijo de un carnicero de Sceaux que vivió en casas de otras familias tras el divorcio de sus padres cuando él solo contaba con 4 años.

La infancia de Delon

Su padre, de origen corso, administraba un cine de barrio y su madre descendía de una familia argelina, de esas llamadas con desprecio pieds-noir (pies negros). “Hubieran querido que se amaran, que paseáramos los tres juntos, pero no recuerdo haberlos visto jamás caminando de la mano, jamás vi una sola muestra de cariño entre ellos”, recordaría un Delon ya adulto.

Se convirtió en un chico solitario, rebelde y cínico. Pasó por instituciones dirigidas por jesuitas, benedictinos, franciscanos pero también por escuelas públicas y laicas. En casi todas le repetían lo mismo: era la primera vez que debían expulsar a un niño de su edad. A los 11, sus padres hartos de tantas expulsiones decidieron dejarlo a cargo de una nodriza que vivía junto a la cárcel de Fresnes. Alain se hizo amigo de los hijos de los guardiacárceles. Con ellos jugaba a “policías y ladrones” y siempre era del segundo grupo.

Fue pescadero, camarero y paracaidista de la Marina del Ejército francés en el que ingresó en 1952 y con el que participó en la Guerra de Indochina.

Indisciplinado, soberbio, lo degradaban de “marinero sin especialidad” a “aprendiz marinero”. Repartía su tiempo entre arriesgadas acciones de guerra y el contrabando de bebidas, cigarrillos y hasta de armas. De todo el tiempo que estuvo alistado, dos los pasó en prisión. En 1955 le dieron la baja definitiva acusado de abandonar la guardia, robar un jeep, salir a dar un paseo y terminar con el vehículo adentro de un arroyo. “Fue una noche de debilidad, algo que le suele pasar a los humanos”, argumentó.

Al volver de la guerra le tenía miedo a la ciudad. No quería ver a su familia y su familia tampoco verlo a él. No volvió convertido en héroe sino en vergüenza. Trabajó de changarín cargó cajones de coliflor y tomates, fue mozo en un café y guardián en un mercado mientras dormía en la plaza Saint Germain. Conoció a ladrones, mafiosos, drogadictos y a todo marginal que anduviera por París.

Nace el actor Delon

Será en 1957 cuando forme parte del elenco de una película, “Quand la femme s’en méle” de su amigo el directorIves Allégret que fue quien le animó a ser actor ante su gran atractivo físico. Allégret le dio un consejo que se convirtió en su mantra: “Sé tú, no actúes”.

Un año más tarde, en 1958, el azar le lleva a protagonizar “Christine” junto a Romy Schneider. Y si es verdad que lo que sucede, conviene, al joven Delon le cambia la vida. Le empiezan a llover papeles protagonistas y el “amor” llama a su puerta.

La lista de cineastas de primer orden con los que trabajó posteriormente hace que Delon sea no solo un icono del cine francés de los años 60 y 70, sino uno de los grandes emblemas de la cinematografía internacional.

La consagración le llegó en 1960 de la mano de Luchino Visconti con “Rocco e i suoi fratelli”, pero en su filmografía destacan igualmente títulos como “La Piscine” (1969), de Jacques Deray, o, en ese mismo año, “Le clan des siciliens”, de Henri Verneuil.

La última vez que apareció en el cine fue interpretándose a sí mismo en una comedia de Michel Denisot, Toute Ressemblance (Cualquier parecido), ambientada en el mundo de los talk shows televisivos, que la crítica francesa destrozó en el momento de su estreno, a fines de noviembre de 2019.

Frente a Paris Match, Delon contó que su sueño original para esa última película es que estuviese dirigida por una mujer: Lisa Azuelos, hija de Marie Laforêt, la gran actriz francesa que fue, junto a Delon, figura principal de A pleno sol (1960), una de las mejores películas que el actor hizo a lo largo de su carrera. “Siempre quise y soñé filmar con Lisa –contó en esa entrevista Delon-. Trabajar junto a la hija de Marie, la niña de los ojos dorados. Así le decían”.

“Fueron las mujeres que me han amado las que me hicieron meterme en esta profesión y las que lucharon por mí”, recordó el actor en Cannes en su última aparición.

Los romances de Delon

Algunos de sus romances más sonados los tuvo con compañeras de trabajo. A la austríaca Romy Schneider la conoció en 1958 en el rodaje de “Christine”, de Pierre Gaspard-Huit, cuando ella ya era famosa gracias al éxito de “Sissi” y él apenas un debutante.

Durante cinco años fueron los “novios de Europa”, hasta que, incapaz de decirle la verdad a la cara, Delon rompió con ella por carta para irse junto a la modelo y actriz Nathalie Canovas, que en 1964 dio a luz a su hijo Anthony.

La gran pantalla los reunió después en filmes como “La Piscine” y Schneider se mantuvo como una figura importante en su vida. “Una estrella no se apaga nunca”, dijo de ella el pasado septiembre con motivo del que hubiera sido el 82 cumpleaños de la actriz, fallecida en 1982.

Su relación con Brigitte Bardot siempre ha sido platónica, según defienden ambos protagonistas, y de historias más largas, como la que le unió a la modelo y presentadora holandesa Rosalie van Breemen, de la que nacieron sus dos hijos pequeños, Anouchka (1990) y Alain-Fabien (1994).

“Hago tres cosas muy bien: mi trabajo, tonterías e hijos”, ha afirmado en el pasado Delon, premio César del cine francés en 1985 al mejor actor protagonista por “Notre Histoire”, de su compatriota Bertrand Blier.

La vejez lo retiró progresivamente del foco mediático y el accidente cerebrovascular que sufrió en 2019 acabó de recluirlo. Tras ser operado en París y pasar parte de su recuperación en una clínica suiza, ha encontrado refugio en su propiedad de Douchy, al sur de París, donde asegura que querrá ser enterrado.

Muchas veces habló de la muerte y tuvo profundas depresiones que fueron públicas, como cuando van Breemen, su última pareja oficial, lo dejó por un empresario, hace 21 años. En ese momento, admitía en entrevista con Paris Match: “No dejaría que sea Dios el que elija el día de mi muerte”.

Delon se pronunció en varias oportunidades a favor de la eutanasia –y de la pena de muerte, lo que además de su amistad con el ultraderechista Jean-Marie Le Pen y de expresiones como que los homosexuales no deberían adoptar, y que “si ser macho es haber dado una cachetada, entonces soy macho, pero a mí también me pegaron”, le valieron infinidad de críticas–, un derecho al que, temen algunos, podría acceder como ciudadano suizo.