La sabiduría del historiador y expresidente, Ramón J. Velázquez, lo expresó casi que como una fotografía en 1992: se soltaron los demonios, en adelante será difícil lograr que vuelvan a los cuarteles. La llegada de un militar lleno de resentimiento y deseos de venganza contra los ricos, los revestidos de prestigio intelectual y autoridad moral y ética, incluyendo a sus superiores, le dio espíritu de cuerpo a las Fuerzas Armadas para que se sintieran de nuevo propietarias del Estado.
Ellos, especialmente el alto mando, los servidores cercanos al nuevo autócrata, y amigos de la vieja izquierda, coparon con triquiñuelas todos los cargos institucionales representativos, y simultáneamente fueron creando una capa de seudo empresarios enriquecidos violentamente con los dineros públicos, para fundar una nueva oligarquía que despilfarró y se apropió de los recursos provenientes del petróleo y de todos los beneficios de las actividades económicas y tributarias del país.
Esos militares con espíritu de cuerpo y civiles sin escrúpulos son los perros cancerberos de todas las instituciones, donde se rota una especie de monarquía de rango militar, que ya no tiene nada que repartir en cargos donde nadie quiere estar. Muchos se han ido y viven como grandes emires en las principales metrópolis del mundo. El daño está hecho. El problema, ahora, es cómo salir ileso de todo este desmadre.
En segundo lugar, no es que la oposición está poblada de cretinos e ineptos, como ahora pretenden los que juegan a la anti política, buscando la hendija por donde darle piso a su propuesta. Es que ha habido muchos grupos, liderazgos inconsistentes y falta de un líder que encarne un programa que inspire y unifique de nuevo al país.
Un ser humano con un proyecto, integro y con vocación de servicio, que supere los vicios y las debilidades institucionales del pasado y desplace a quienes se han encargado de desfigurar la democracia y hundir en la bancarrota al país. Si no hay un líder confiable, y menos un equipo, no puede haber un nuevo espíritu de cuerpo en las Fuerzas Armadas, para que el país retome el rumbo de la democracia, el progreso y la reconciliación nacional.
Hay mucho ruido y pocas nueces. De todo el liderazgo de la oposición no hay uno solo que conecte con el sentimiento y el alma popular, y sus dolores. Eso sin duda atornilla políticamente con el soporte militar, la suigéneris dictadura que gobierna a Venezuela.
En tercer lugar, en el mundo multipolar actual, un escenario en reacomodo y reasignación de cuotas de poder –debido a los cambios que vinieron con el fin de la guerra fría y el triunfo de la globalización y la revolución tecnológica–, las tres grandes potencias, al igual que las cámaras, los móviles y los espías, están en todas partes y tienen que ver con todo, como las grandes corporaciones productoras de energía, tecnología y también con el dinero.
Nos perdimos como nación soberana y con auténticas garantías de independencia, cuando teníamos un liderazgo respetable, una democracia con altibajos, pero en proceso de consolidación y una industria petrolera manejada con decencia y bajo parámetros internacionales de control.
Hoy somos un país a la deriva, que urgentemente necesita una estructura impuesta por otras condiciones que produzcan una salida dinámica de categoría impredecible, donde seguro operaran factores múltiples; pero los actores, hasta ahora, son desconocidos.
El mundo de hoy es casi de ficción en eso de los cambios sorpresivos, ya lo dijo el señor Borrell frente a los embajadores de la Unión Europea: es la democracia con mayúscula lo que está en juego en el mundo, frente al comunismo de China y el trasnochado nacionalismo de Rusia.
El triste cuadro venezolano según ENCOVI
Las estadísticas no son humanas, hablan y retratan nuestras carencias, pero no sienten. Lloyd George (1863-1945), diría: no se pueden alimentar hambrientos con estadísticas. Un anónimo escribió: las cifras no mienten, pero los mentirosos también tienen las suyas. La maestría y el genio político de Churchill (1874-1965), lo llevaría cínicamente a afirmar: Solo me fío de las estadísticas que he manipulado.
En mi modesta percepción, en la encuesta que presentaré, tratare de no imitar el maquiavelismo del gran estadista inglés. Solo que haré una selección de los aspectos que considere de mas utilidad para la opinión pública, de un informe de 54 páginas.
ENCOVI es la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, levantada a partir de 2014, año en que se constituyó un equipo técnico, conformado por especialistas e investigadores de varias universidades, encabezado por la Universidad Católica Andrés Bello, para producir una fuente de información científica, oportuna y útil, para el mundo académico y la sociedad civil, en un país que desde hace años, por temor y para no alarmar, no produce estadísticas.
Recuperación de la institucionalidad
-Las instituciones del Estado están ausentes o siguen siendo muy débiles en su accionar para provocar las oportunidades y atender las necesidades de la población más vulnerable.
-El restablecimiento del sistema estadístico y la democratización de su acceso, así como la transparencia en los procesos de planificación, y de asignación de gestión presupuestaria, son tareas ineludibles.
-La recuperación de la institucionalidad en todos los órdenes y su sostenibilidad es la base del restablecimiento de la confianza.
Cambios económicos
-Se ha observado una disminución de la velocidad de la actividad económica (7,2%) en comparación con el segundo semestre de 2021, y se pronostica que todavía caerá en 2023 (4,4%), a niveles insuficientes para la recuperación productiva.
-Una combinación de factores dan cuenta de esos resultados, los cuales tienen que ver con el deterioro de la infraestructura y los servicios básicos (energía, agua, seguridad, telecomunicaciones), el escaso acceso al crédito, la falta de capital humano, el bajo nivel de ingreso real de los consumidores, el bajo nivel en la producción petrolera, y algunas sanciones.
-Si bien se superó la situación de hiperinflación que se produjo desde 2017, Venezuela todavía figura como la economía más inflacionaria del mundo, estimándose que cerrará este año en 125%.
Discontinuidad demográfica
-La población venezolana, al año 2022, se ha estimado en 28,3 millones de habitantes.
-Somos menos. Casi 5.000.000 abandonaron el país desde 2015, pero también hay un aumento del número de defunciones y una disminución del número de nacimientos.
-La estructura demográfica cambió abruptamente por la pérdida de personas en edad productiva, lo cual modifica los índices de envejecimiento y de carga demográfica.
-Perdimos la ventaja del bono demográfico que suponía contar con un mayor volumen de población en edad de trabajar, lo que podía significar un factor potencial de desarrollo. Difícilmente podemos recuperar la población perdida.
Cambios en Educación
-En pandemia, ENCOVI 2021 respecto a 2019-2020, indicó 550 mil estudiantes menos. En 2022 no se recupera el stock de inscritos; por el contrario, disminuyó en 190 mil estudiantes más con respecto a 2020-2021.
-Se reduce la cobertura educativa de la población entre 3 y 17 años. El retorno a la presencialidad ha ocurrido con una menor cobertura en las edades que cursan en educación inicial, primaria y media. Se estima en millón y medio el volumen de niñas, niños y adolescentes que permanecerán fuera del sistema educativo el período 2021-2022.
La buena noticia
La lectura de algunos de los más importantes datos, información y valoraciones de esta encuesta no agrega más sinsabores, angustias y malestares a una realidad que ya nos agobia, en un día a día lleno de ansiedad y stress, cuyos efectos devastadores no pueden registrar las estadísticas ni valorar exactamente nuestros aliados internacionales, que los tenemos y muchos —con sus bemoles— pero siempre pendientes.
La única noticia alentadora de ENCOVI 2022, es que por primera vez desde 2014, la pobreza se redujo en un porcentaje significativo del 15%: el 50 por ciento de los hogares ya no son pobres.
Gracias al final de la pandemia, a la activación del parque automotor —solución parcial y temporal de la crisis de la gasolina—, la exoneración de impuestos a bienes importados, el incremento del empleo por parte del sector privado mayormente (4,7%) y del sector público en menor cuantía (3,0%), y al incremento de las remesas, se logró una burbuja que creó la ilusión de que las cosas iban a mejorar.
La reducción de la pobreza de manera efímera es sin duda fruto de parches propagandísticos de políticas en las mejoras del empleo y del ingreso. Al decir del presidente de Econométrica, Asdrúbal Olivero: esta aparente recuperación en realidad lo que ha hecho es acentuar las brechas sociales y profundizar los problemas estructurales de la economía venezolana.
Lo que se puede resumir de los resultados de la encuesta es lo siguiente: la pobreza comienza a tener que ver más con factores sociales y de infraestructura (energía, educación y servicios); aunque los económicos son los predominantes.
La pobreza por razones económicas cae temporalmente de 69% en 2019 a 58% en 2022. Y la pobreza por razones sociales aumenta en 31% en 2019 a 42% en 2022; es decir, se agravan los problemas estructurales de la sociedad venezolana.
Somos el país mas desigual del continente americano
Sobre todo, si prestamos atención a que las desigualdades de toda clase han aumentado, pero de una manera abismal e inquietante las vitales para la paz social: las desigualdades por estratos sociales en los niveles de ingreso y las desigualdades territoriales que nos han devuelto al centralismo gomecista, en un viaje al realismo mágico opresivo del pasado.
En el caso de la desigualdad de estrato social, hablamos de deciles (diez tramos de segmento socioeconómico). La diferencia entre el decil que identifica al más pobre (el 1) y al más rico (el 10) es de 70 veces más; es decir, el decil más pobre gana mensualmente 7,9 $ y el más rico 553,2%. El decil más cercano al 10 (el 9), lejanamente gana 169,1$. Esta es la igualdad que se propuso el socialismo del siglo XXI.
En cuanto a la desigualdad territorial, nuestros héroes civiles del proceso de descentralización, saltarían de sus tumbas ante tan asombrosa realidad: casi el 40% de los hogares de mayor ingreso está en la región capital, donde se concentran todos los poderes públicos con control absoluto de todas las decisiones.
Lo que lleva a la conclusión que estamos entre los países más desiguales del mundo junto a Namibia, Mozambique y Angola y el mas desigual del continente americano.
Uno de los economistas, a quien siempre he considerado ecuánime, en una Venezuela donde es difícil no tomar partido ante este desolador panorama, advierte con la prudencia que lo caracteriza:
La caída de la producción petrolera, los precios bajos por fuertes descuentos y el deterioro e incapacidad de mantener la infraestructura básica, el aumento del gasto público para el fin de año está creando presión inflacionaria que ha desarmado la estrategia que dio oxígeno al gobierno. Los próximos años 2023 y 2024 serán muy difíciles sin negociación que permita abrir el sector petrolero.
De acuerdo al portal especializado en finanzas, Banca y Negocios. La elevación del gasto público está produciendo una fuerte presión sobre los precios y ha trascendido que la oferta de divisas, por parte del Banco Central de Venezuela, no ha alcanzado los niveles esperados. Este martes 15 de noviembre, el precio promedio de las mesas cambiarias cerró en 9,43 bolívares, mientras que el paralelo alcanzó los 11,05 bolívares, lo que proyecta un cierre que podría pasar de 13 o 14 bolívares para el término de año de esta paridad.
La mesa de negociaciones espera no por una agenda social ni por una agenda económica, espera por una negociación seria y orgánica que abra la esperanza a la sociedad venezolana, mediante unos acuerdos serios e integrales a corto y mediano plazo que atiendan las necesidades urgentes y perentorias de la población.
Una amnistía política para todos, y un acuerdo supervisado que garantice unas elecciones libres es una buena propuesta, solo que las sanciones y su retiro serán progresivamente proporcionales al cumplimiento de los compromisos acordados. Lo otro, quitar todas las sanciones, es dar un cheque en blanco para que siga la danza de la corrupción, sin ninguna garantía real de que no van a hacer lo que ha hecho la pareja de delincuentes de Nicaragua