El diálogo envenenado y la falsa normalización a juro del régimen conduce a un estado de rendición de la sociedad, obstinada por la traición de sus dirigentes y por la imposibilidad de no obtener un empleo productivo que le asegure una vida digna de ser vivida. Los representantes que no representan a nadie en el dialogo son un tapón que solo permite que el usurpador sobreviva.
La comunidad internacional también muestra sus contradicciones, la aceptación en la Cumbre del Clima de los ecocidas confesos del Arco Minero y la asistencia al Foro de la Paz en Paris de quienes forman parte de la cadena de mando de crímenes de lesa humanidad investigados en la Corte Penal Internacional. No entendemos el contubernio con un ecosistema criminal cuyo objetivo es socavar la justica de Estados Unidos y el sistema de libertades, e invadirlo de drogas para degenerar a su juventud.
No se le pueden levantar las sanciones a un régimen que ha cometido y comete crímenes atroces de tortura, detenciones arbitrarias, violaciones sexuales y persecución por motivos políticos. Comete un exabrupto y confesión cuando afirma que no permitirá elecciones libres. La mesa de extorsión solo lo ha beneficiado.
Lo que queda claro es la necesidad de elegir a un nuevo liderazgo cuanto antes. La sociedad democrática urgentemente necesita de nuevos referentes que la conduzca a su desiderátum: la liberación de Venezuela y la alternabilidad en el poder.
¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!